Madrid. Spike Jonze es uno de los cineastas más originales e inquietos del panorama actual y lo vuelve a demostrar con Donde viven los monstruos, un filme inclasificable que parte de un cuento infantil para contar una historia tan imaginaria como real, llena de magia, de matices y de relaciones humanas.

Un filme que llega el día 18 a las pantallas españolas y con el que Jonze ha querido "capturar el sentimiento de cómo puede ser la vida cuando estás solo a los nueve años", según explicó a Efe en una entrevista, en la que evitó en todo momento dar cualquier tipo de pista que permita al espectador adivinar sus intenciones. "No quiero decir a la audiencia lo que tiene que sentir. Sólo pretendo contar una historia y espero que sientan algo (...) El filme puede hacer pensar mucho porque muestra contradicciones todo el tiempo", señaló Jonze, con más interés por las reacciones de los demás ante su filme que por las preguntas que se le pueda hacer. Porque si algo queda claro con Donde viven los monstruos es que las reacciones de los espectadores serán de lo más diverso y que a pesar de ser un cuento infantil, no es un filme destinado ni a niños ni a adultos, sino a personas con gran apertura de mente.

Jonze ha construido una película difícil y nada complaciente y lo ha hecho sobre la base de Donde viven los monstruos, de Maurice Sendak, uno de los cuentos más vendidos de la historia de la literatura infantil anglosajona. Un cuento construido con apenas nueve frases y unas maravillosas ilustraciones de Sendak que Jonze ha alargado hasta construir un largometraje en el que se mantiene el espíritu de la historia ahondando en la personalidad de unos monstruos que en el cuento se intuye más por los dibujos que por las palabras. "Cuando empecé a preparar la película me pregunté quiénes eran los monstruos" del cuento, esos que rodean a Max, el niño protagonista de la historia, en su imaginación.

En el cuento Max -interpretado por el estupendo debutante Max Records- huye mentalmente del ambiente de su casa mientras que en el filme lo hace físicamente, aunque en ambos casos lo principal es mostrar cómo es "vivir rodeado de otras personas, de gente que trata de ayudarte pero que tienen su propia vida y su mundo", explica Jonze. Una situación que el realizador ha tratado de capturar situando al niño en una isla rodeado de unos monstruos cuyo comportamiento "no entiendes, pero lo sientes". De ahí la importancia del diseño de unos monstruos que debían mostrar su aspecto salvaje combinado con unas reacciones típicamente humanas, lo que se consiguió a través de una técnica muy depurada que combina muñecos gigantes, creados artesanalmente, con efectos digitales de última generación que mejoraron la expresión de sus rostros.

Jonze, quien se niega a clasificar su filme, considera que los niños "son más complicados" y más inteligentes. Esto se ha demostrado con la buena reacción del público infantil en Estados Unidos y que el director de Cómo ser John Malkovich o Adaptation espera ver repetida en España.