el nacimiento de la radio como medio de masas está ligado al desarrollo de tecnologías de transmisión militar. Los ejércitos europeos establecieron la necesidad de controlar desde los mecanismos del poder político la transmisión y recepción de mensajes a través de las ondas hertzianas, y ello posibilitó el actual régimen de concesión que impera en los operadores de las ondas. Una empresa solicita una frecuencia para emitir y el Estado se la da o se la quita bajo ciertas condiciones y garantías de uso. Tras la Segunda Guerra Mundial y en el caso español, tras la muerte del dictador Franco, se ponen en marcha numerosas estaciones de radio que no pasan por la pertinente ventanilla administrativa y que emiten al albur de encontrar un hueco en el espectro radioeléctrico que no moleste mucho a los demás operadores; y sin encomendarse a dios ni al diablo, emiten como lo más normal del mundo. Es el fenómeno de las radios piratas, para unos, y para los menos, radios libres. Acaba de levantarse en Catalunya un clamor de las radios y televisiones del "sistema" contra la proliferación de medios piratas que piden sean cerrados ya. La falta de voluntad política, escasa regulación legal, falta de una policía de las ondas han entorpecido la clarificación de un panorama que puede afectar a más de un 15% del espectro. Podemos estar hablando de más de mil emisoras que emiten sin control administrativo, técnico, fiscal; en el área catalana están detectadas más de 200. Con la llegada del actual sistema democrático hubo grandes dosis de tolerancia para consentir su existencia, cuya permanencia hoy no tiene amparo en eso que llamamos Estado de derecho. En cualquier caso, su mantenimiento tiene poco que ver con la libertad de expresión y mucho con la dejadez y el temor gubernamental a meterles mano. Mucho chollo para escasa libertad.
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