Vitoria. Desde que se conocieron -profesionalmente- en la serie de televisión El síndrome de Ulises, notaron que en sus escenas chisporroteaba algo más. En un curso de interpretación, el profesor Augusto Fernández ratificó esa realidad. "Hicimos un par de escenas de improvisación y nos dijo: ustedes tienen que montar algo juntos", explica Julián Villagrán. Cuando una certeza es tan evidente, no hay que esperar demasiado, así que los dos actores pusieron en marcha su proyecto conjunto y el resultado es Piedras en los bolsillos, que hoy llega a las tablas del Principal.

Lo sencillo hubiera sido un montaje de esos que pueblan los escenarios estatales. Hombres hablando sobre mujeres, sobre sexo, monologando cualquier tema... "Apareció esa química que, desgraciadamente, con todos los actores no pasa, pero no queríamos hacer algo comercial, sino algo muy distinto, algo que supusiese un reto para ambos", explica Tejero. Y qué mejor que hablar de lo que más cerca tienen, de la propia interpretación.

No son dramaturgos, así que se pusieron a la caza de un texto. Apuntaron al norte, desde donde les llegaban los cantos de sirena -esta vez buenos; tienen a Ulises de su parte- de Stones in his pockets, de Marie Jones, actriz que interpretó a una de las hermanas Conlon en la mítica En el nombre del padre. "Fuimos a verla a Inglaterra, donde lleva cinco años haciéndose", recuerda Villagrán. Y volvieron de las islas sin estrellarse contra las rocas. Pero cargados de piedras.

Marie Jones "se puso a escribir esta obra al no encontrar trabajo como actriz", explica Villagrán. Antes que hundirse, prefirió crear esta pieza para dos -escenografía sencilla, pocos intérpretes, ideal para representarse en cualquier situación-, en la que el tándem protagonista se ocupaba de hasta dieciséis personajes.

En la adaptación de Juan Cavestany, los roles se reducen a catorce y la historia, que cuenta el rodaje de una película de Hollywood en tierras irlandesas, se torna una coproducción filmada en un pueblecito andaluz. "Es una obra muy para actores, porque está escrita por una actriz que, en sus principios, lo pasó mal", afirma Tejero.

En un primer pase para colegas de profesión -entre ellos una actriz con la que también tiene esa chispa, Malena Alterio-, la conclusión de la platea fue clara: "el cine queda por los suelos". Pero es que "hay un poco de verdad en todo ello", reconoce Tejero, que en muchas ocasiones no encuentra naturalidad en el trato jerárquico del séptimo arte.

Y es que, entre los muchos personajes de Piedras en los bolsillos, dos figurantes toman el principal protagonismo, rodeados de divas a los Melanie Griffith, representantes sin escrúpulos, guardaespaldas y periodistas sólo acompañados en escena por un baúl, una rueda y dos banquetas. "Porque juega con el gran elemento, que es el actor".

La concentración ha de ser máxima para hilar los tránsitos de voz, de sexo, de intención, entre personaje y personaje. Tejero confiesa haber perdido cinco kilos desde el estreno, a medio kilo por función. "Igual al final de la gira cuando me aplaudan ya no me ven".

Aquella primera función fue en Avilés. Teatro a punto de reventar. "Teníamos miedo a que la gente no entendiera el código, a que no entrara en la historia, con un lenguaje muy cinematográfico", reconoce Villagrán. "Los estrenos deberían estar prohibidos", sentencia Tejero, "pero recuerdo peor los dos días anteriores; cuando sales estás al 50%, más pendiente de que todo salga, aunque a los cinco minutos ya te vas colocando".

La historia de este rodaje ya está más rodada. Las buenas críticas lo impulsan. Tejero quería "volar solo" fuera del nido de Animalario, probarse, y ha encontrado en Villagrán un perfecto aliado. "Cantamos, bailamos, de todo; es la función que queríamos hacer", asegura. El negocio del cine frente al negocio de la vida. Combate en el Principal, con dos púgiles de la comedia.