Mientras ustedes huyen a Salou, Torrevieja, Marina d'Or o Benidorm por Semana Santa, Tamara Falcó ha querido escaparse a Roma. A la villa eterna. Más concretamente a la Ciudad del Vaticano, para disfrutar de una audiencia privada con el mismísimo Papa Francisco. Mística, religiosa y católica practicante, según ella misma pregona en cuanto tiene oportunidad, la hija del fallecido Carlos Falcó e Isabel Preysler deja su impronta allá donde va. También, por supuesto, en la Casa de Dios. En la catedral más importante para el catolicismo. Y su visita no ha pasado en absoluto desapercibida. Ni para la prensa, ni para los medios italianos... ¡ni para el propio Jorge Mario Bergoglio!
Entre otros asuntos, la ganadora de Masterchef Celebrity viajó hasta Italia para regalarle al Sumo Pontífice "una talla en alabastro de la Virgen de la Alegría", según recoge esta semana la revista Pronto. Sin duda, una recepción oficial en estado máximo para la que Tamara Falcó se inspiró muy mucho: arrodillándose ante el Santo Padre, que la recibió sentado por una lesión de ligamentos. Una genuflexión de lo más servil que enojó al Papa, quien con un gesto brusco y un rostro terriblemente serio le animó a levantarse de inmediato.
Eso sí, la ingenua Tamara, desconcertada ante tan significativo gesto papal, no entendió la directa petición de Bergoglio, por lo que el Papa repitió dicho gesto con mucha mayor gesticulación, mientras (eso sí) bendecía tan expresiva imagen. "Estas cosas solo me pasan a mí. No me imaginaba al Papa enfadado", exclamó Tamara con cara angelical. ¡Toda una experiencia religiosa! Como la de su hermano Enrique.