Pocos conocíamos la existencia de OnlyFans hasta que Jacobo Ostos, hijo del torero de Vox (Jaime Ostos) y de la doctora y escritora María Ángeles Grajal, narró con todo lujo de detalles en Sálvame Deluxe el dineral que ganaba al mes por mostrarse como Dios le trajo al mundo. “Puedo llegar a embolsarme cada treinta días un extra de más de 6.000 euros por complacer las peticiones eróticas de mis seguidoras y seguidores”, exclamó ante la mirada atónita de un asombrado Jorge Javier Vázquez. “No se trata ni de prostitución ni de sexo, para nada. Solamente muestro en imágenes lo que mis seguidores quieren ver de mí”, añadió Ostos hijo. Como se pueden imaginar, pocas peticiones recibe de codo, pero muchas (muchísimas) de culo. Y aunque a su perfil se puede acceder por unos 20 euros mensuales (tarifa plana), también comentó que le han llegado a hacer propuestas tan dispares como la de pasar un fin de semana en un yate de Mallorca por unos 72.000 euros, o 15.000 euros por un viaje exprés a San Sebastián.
Bien por un motivo económico o simplemente exhibicionista, lo cierto es que cada vez más influencers, censurados a tope en Instagram o TikTok, ya apuestan por OnlyFans como nuevo perfil en el que (previo paso por caja) colgar sus instantáneas más picantes. Esas que no pasan los filtros impuestos por Mark Zuckerberg para mantener el decoro en unas RRSS ideadas para toda la familia. Pero OnlyFans es otro rollo. Así se describe, al menos, en su página web: “Permitimos a los creadores recibir fondos directamente de los fans con una suscripción mensual, pago único o pago por visión”.
Una libertad total de publicación, sin censuras, a la que se acaban de sumar varios museos austríacos, hartos de que otro tipo de redes eliminen las obras que publican por ilustrar imágenes de desnudos. En concreto, los principales afectados son el Leopold Museum, el museo de Historia del Arte de Viena, el museo de Historia Natural de Viena, y el Albertina. Precisamente este último fue recriminado en Instagram por una pintura de Rubens y suspendido de TikTok por una fotografía del japonés Nobuyoshi Araki. Para que luego digan que el desnudo no es arte.