¡Todos contra Netflix! O dicho con finura palaciega: la realeza y la alta sociedad contra el gigante del 'streaming'. Nunca una serie se había granjeado tantos enemigos como la maravillosa producción de Peter Morgan. 'The Crown' ha logrado en cuatro temporadas lo que durante décadas fue impensable: unir a los Windsor con los Spencer. Ni el hermano de Lady Di ni el propio príncipe Carlos aprueban la nueva entrega de episodios. Desprecio absoluto que también comparten la reina, Guillermo y el duque de Edimburgo.
Tan fuerte sacude la polémica estas semanas prenavideñas en el Reino Unido que hasta el mismísimo primer ministro, Boris Johnson, ha tenido que pronunciarse sobre la cuarta temporada de The Crown: "La reina de la serie solo es una actriz", advirtió hace solo unos días a sus conciudadanos. Esto solo horas después de que el secretario de Cultura del Gobierno británico, Oliver Dowden, declarara en público que se debería incluir un rótulo antes de cada capítulo para alertar a la audiencia: "Me temo que una generación de espectadores que no vivió estos acontecimientos puede confundir la ficción con los hechos". Porque la realidad es esa, sin duda: La corona, la serie joya de Netflix, levanta ampollas entre sus protagonistas. Desde los majaderos miembros de los Windsor, hasta la elitista familia Spencer, saga a la que perteneció Lady Di.
De momento, el único clan regustoso parece ser el Thatcher gracias a una excepcional Gillian Anderson en el papel de la Dama de Hierro que, con sus peligrosas políticas liberales y excesos derechistas es la única capaz de plantar cara (en la ficción) a Isabel II, de la que llega a pronunciar las siguientes perlas, tras las intrigantes, surrealistas y "extrañas" primeras vacaciones en Balmoral: "Me cuesta encontrar ni siquiera un rasgo que salve a esta gente. No son sofisticados, ni cultos, ni elegantes, ni nada que se acerque al ideal".
Realidad o ficción, lo cierto es que escenas como esta han desatado el enfado total entre la longeva familia Windsor. Las constantes alusiones en la serie a los celos de Carlos por la popularidad de Diana y al conocido trastorno alimentario de esta última han sentado fatal entre los muros de Buckingham Palace. Y no solo ello, los episodios en los que el príncipe Carlos grita a su esposa, mostrándole abiertamente su aversión, también han caído como un jarro de agua fría entre el heredero y su hijo Guillermo. "Muchos estadounidenses me dicen que ven la serie como si tomaran una clase de historia, pero no lo es", ha llegado a exclamar ante los medios Charles Spencer, hermano de Lady Di, en un acercamiento a su excuñado que antaño hubiese resultado imposible. Tanto como la idea de rodar una megaproducción sobre una de las familias más conocidas, y oscuras, del mundo. Ya sea un retrato fiel o no.