Cuando EITB cumplió cuarenta años, se organizaron varios actos conmemorativos. En ellos no se contó para nada ni con la comisión parlamentaria donde se había aprobado el ente público, ni con el primer Consejo de Administración. Adanismo en estado puro, aunque una de las premisas de aquel Consejo fue llenar las lagunas informativas que la dictadura nos había ocasionado como pueblo durante cuarenta años. Nos parecía fundamental. Tanta represión debería tener su relato recuperado. Esto se fue haciendo en los primeros años hasta que uno de los habituales iluminados que soportamos, le quitó al Ente Público su vocación reglada de ser un servicio público y lo puso a competir con radios y televisiones privadas dejando ese vacío cultural informativo sin cubrir. Se traicionó la ley y se traicionó su espíritu, una de las importantes premisas de su nacimiento. Así no se reconstruye identidad, una identidad perseguida con saña y diluida en el postureo hispano.

Digo esto, entre otras muchas cosas, al escuchar comentarios sobre lo que se considera una conducta inédita por parte de los Estados Unidos en relación con sus aliados y en concreto con Zelenski y la guerra de Ucrania. Salvando las distancias y los momentos, ¿qué fue sino la traición aliada a republicanos y nacionalistas en relación con la dictadura franquista? En abril se van a conmemorar 80 años de las batallas contra los alemanes en Point de Grave en Burdeos. Allí participó la Brigada Vasca que tuvo cinco muertos y 57 heridos. ¿Cómo lo pagó con el tiempo el gobierno francés? Desalojando al Lehendakari Agirre de su despacho de la Av. Marceau de París en 1951. ¿Y cómo pagaron los Estados Unidos el espionaje del Gobierno Vasco y sus hombres en favor de la causa aliada? Con la traición.

Verle votar al representante estadounidense el martes pasado en la ONU con Corea del Norte, Nicaragua, Rusia y China contra Ucrania solo nos puede retrotraer al apoyo que los presidentes estadounidenses dieron a la dictadura de Franco. Y buena prueba de ello la tenemos en esta fotografía del presidente de los Estados Unidos, el general Eisenhower, saludando calurosamente a Franco en 1959 en Madrid, año de la última visita del Lehendakari Agirre a Washington. Meses después, en marzo de 1960, falleció el Lehendakari con 56 años. Irujo y Landaburu apuntaron la pesadumbre que le causó aquella traición aliada. El General De Gaulle le visitó asimismo a Franco en 1970. El que ahora Trump vote en la ONU una resolución donde deja a Ucrania y a Zelenski a los pies de los caballos solo puede extrañarles a los que no tienen ni idea de la historia que hemos padecido como pueblo. Y solo un apunte más. En esos años sesenta y víctimas de aquella dictadura apoyada tan obsequiosamente por los Estados Unidos nació ETA como violencia de respuesta. Eso logra la política sin principios.

Lord Palmerston, ex primer ministro del Reino Unido, lo decía irónicamente. ”Inglaterra no tiene ni amigos ni enemigos. Solo intereses permanentes”. Esa es la guía inmoral actual de Trump que concibe injustamente la política con mentalidad de saqueo y de irrespeto absoluto a los derechos humanos. La ley del más fuerte. Lo extraño es que aquí escuchemos a sesudos tertulianos haciendo abstracción a lo que han vivido también las gentes de nuestra pequeña nación. Como si no hubiera ocurrido.

Este diario publicó el pasado domingo 16 de febrero dos páginas tituladas “Gudari, trompetista, agente secreto… y torturado por el régimen franquista”. Fue un buen resumen de una vida entregada a Euzkadi y a la causa democrática, la de Txomin Letamendi, entre ellas, al servir de agente de información de esos aliados que posteriormente nos traicionaron.

Al haber sido la esposa de Txomin Letamendi, la ondarresa Karmele Urresti, prima de mi suegro y habiendo conocido a sus tres hijos en el Centro Vasco de Caracas, Ikerne, Txomin y Patxi, publiqué el dibujo que se ve en la página, hecho en Paris en 1938, rasgado por el magnífico artista y cartelista del nacionalismo que firmaba como Nik, y que acabó asimismo exiliado en Venezuela. Txomin Letamendi, en el gran salón del Centro Vasco, tenía colocada una foto suya, habida cuenta de la conmoción que sufrió la colectividad vasca cuando con 49 años mataron tan salvajemente en 1950 ,a uno de los suyos, tras torturarle y a quien conocían tan bien.

El testimonio de Txomin Letamendi

Su hijo Patxi, médico, a raíz de haber reproducido el reportaje de Deia y de este dibujo, me hizo llegar esta semblanza de su aita, que agradezco muy sinceramente y deseo compartirla con ustedes.

“Aita nació en Bilbao en la calle Castaños en 1901, por cierto, el mismo año que su admirado Louis Amstrong. Hizo su carrera musical en el conservatorio de Bilbao. Ama solía decir que él siempre se consideraba un profesor de música. Destacó como trompetista pero dominaba también otros instrumentos como el contrabajo y el oboe. Su deseo, parece ser, hubiera sido ser chelista pero, él decía, comentaba, ama que: “las cuerdas eran para los niños ricos y los de viento para los pobres”. Debió de ser un excelente intérprete

Mi hermana Ikerne (GB) me contó como en unas fiestas de Bilbao, le tocó cenar en el Carlton junto a Urbano Ruiz Laorden entonces director, entre otras cosas, de la banda municipal de Bilbao; Urbano debió ser asimismo trompetista, y cuando ella le dijo que, nuestro aita también lo había sido, en la Banda y en la Sinfónica, Urbano le debió de responder inmediatamente: “¿ No será Txomin Letamendi?”; Ikerne se quedó de una pieza. Le dijo que no le había conocido pero que había oído hablar muy bien de él como trompetista y músico.

En la primera orquesta Sinfónica de Bilbao fundada en 1922 aita, con 21 años fue por mérito propio el primer trompeta de la orquesta. El director era el checo Marsick, también director, por entonces, del Conservatorio de Bilbao.

El grupo de música de los hermanos Elola que se cita en Deia, fue un excelente grupo musical de siete u ocho componentes, todos músicos profesionales de la Sinfónica de Bilbao que, cuando la Sinfónica no tocaba por descanso durante el verano ellos lo hacían en diversos locales de Bilbao. Fue también el grupo que fue contratado en el trasatlántico de lujo, el Alfonso XII, que hacía la ruta estival: Bilbao, New York, la Habana, Bilbao; como aquel grupo musical de la película Titanic... Un año, estando en New York, le debieron decir a aita: ‘Txomin, hay un concurso para intérpretes de trompeta en el afamado Carnegie Hall, ¿por qué no te presentas?’. Y lo hizo.

Desembarcó, se presentó y lo ganó tocando, a primera vista: “polcas para trompeta”. De premio se llevó unas monedas de oro: “ Los Sovereings “ y una trompeta plateada de la marca Conn, hecha en Pensilvania, que aún se fabrica y que la conservamos; aita tendría veintipocos años

Estando en el exilio en Paris, fue contratado por el famosísimo grupo musical de los hermanos Canaro que estaban de gira por Europa. Un grupo de bandoneones, piano, violines y contrabajos ¿cómo pudo contratar a un trompetista?. Lo ignoro, pero por lo que deduzco aita no era, desde luego, un cualquiera. En Caracas tocó con la orquesta de los hermanos Belisario y la Billo Caracas Boys.

Su muerte

Estando en la cárcel de Carabanchel a mi hermana Ikerne le mandó como regalo de cumpleaños, un pequeño cuaderno escrito por él a mano con “la historia de un gran músico”, le ponía: “Beethoven y la historia de su claro de luna”. Aita no sabía Euskera, pero se preocupó mucho de mandárselo en bilingüe; ¿quién tradujo la historia al euskera?; es casi seguro que fue Uzturre, con quien coincidió en la cárcel y con quien tuvo gran amistad (pudo ser también Koldo Mitxelena, que también estaba con él en la cárcel, pero debió ser Jesús Insausti Uzturre).

Luis Mariano se hizo famoso en parte gracias a aita. Luis Mariano cantaba de tenor en el coro del Gobierno Vasco del exilio Eresoinka y aita le debió de llevar una noche a donde tocaba con los Canaro. Lo cierto es que, su voz gustó tanto que se hizo famoso de golpe. La foto del artículo aparecido en Deia y donde se le ve tocando la trompeta está tomada en Paris, en el chateau de Belloys, residencia del grupo Eresoinka, el día de Aberri Eguna de 1939. En la mesa están los lehendakaris Agirre y Leizaola, y a la izquierda de Agirre estaba como invitado el presidente de la Generalitat, Lluis Companys.

Es para nosotros una pena no haberlo conocido como persona y como músico.

Dos veces se embarcó a arriesgar su vida por Euskadi:

Durante la guerra, como capitán del Askatuta y después comandante del Aristimuno y posteriormente volviendo de Venezuela, a petición de José Antonio Agirre para luchar en la resistencia vasca en el servicio de información para los aliados. Tenía esa segunda vez dos hijos, pero accedió a venir.

Murió a los 49 años, pesando menos de 40 kg, después de recibir en las comisarías de Donostia y Barcelona torturas que entre otras cosas le provocaron un ictus o apoplegía cerebral:” he pasado por una prueba de sangre”, escribio. En vez de llevarlo a un hospital en Barcelona, todavía lo traquetearon más trasladándolo a la cárcel de Carabanchel, y luego a la de Guadalajara. !Cómo sería ese traslado, me pregunto, ya que quedó seriamente dañado física y psíquicamente.

Ama, viuda con 34 años tuvo que volver a Venezuela, esta vez sola, para sacar la vida adelante.

Todo nuestro agradecimiento a ese maravilloso país, Venezuela, que nos acogió y permitió nuestro desarrollo. En ella pasamos los años más felices de nuestras vidas”.

Entrañable carta que me envía su hijo Patxi Letamendi. Tiene de todo, habla de aquel Bilbao y sus bandas y orquestas, de Eresoinka y Luis Mariano, de sus veladas en Nueva York, de su militancia política en favor de una causa en la que el nacionalismo vasco se volcó con personas de semejante categoría humana, de su gusto por la vida y la familia, de su tremenda muerte por parte de una dictadura feroz que consideraba en peligro su poder porque un grupo de jóvenes abertzales tuvieron en Madrid en la post guerra una célula de información en favor de esos aliados, que luego les traicionaron, entre los que se encontraban nada menos que Koldo Mitxelena, Pello Irujo, Joseba Rezola, Sabin Barrena y varios más. Uzturre siempre que nos hablaba de Txomin se refería a él, con mucho cariño, como su amigo Turuta, como así le conocían.

¿No creen que el general Eisenhower podía haber hecho algo por él y el Gobierno Vasco desde 1980 algo más para que su ejemplo nos fuera conocido? ¿Captaran nuestro opinadores domésticos que Zelenski no es el primer traicionado?

Diputado y senador de EAJ-PNV (1985-2015)