Hay bulos que son bulos y otros bulos que los bautizamos también como bulos y son verdad. El mundo o el universo se define como “la totalidad de todo espacio y tiempo; todo lo que es, ha sido y será”. Este mundo es una enorme alfombra llena de bulos sociales, religiosos, culturales, políticos y hasta deportivos. Es complicado reparar las hebras, como hilos negros, que tejen mal el conjunto, sacan lo incierto de lo cierto, y pueden deshacer todo el tapiz. Nuestro país es el tercero de la Unión Europea con menor trasparencia en los medios informativos. Uno de cada diez encontramos información distorsionando la realidad. Se echa la culpa de este gran defecto a la crisis económica y la aparición de los medios digitales. La prensa se ha considerado, por su independencia, el cuarto poder; el termino está desprestigiado. Para remediarlo se ha creado una nueva proposición de ley contra la desinformación. La ley incide en los grandes bancos y empresas que tiene participaciones importantes en los medios de comunicación. Los periodistas de a pie no parece que podamos hacer gran cosa en contra o a favor de esta ley. Normalmente un buen informador tiene que buscar con profesionalidad su documentación; a ese periodista que ni le va ni le viene las participaciones que tiene su empresa, pero es claro que ha de seguir el ideario del capital. Casi siempre ha sido así, por esa razón, los periódicos suelen ser iguales y los noticiarios de televisión carecen de variedad, No se pueden meter con el poder, porque se terminarían las subvenciones que mantienen el medio. Es muy difícil que un periódico sea libre.
Y mientras, los bulos falsos crecen. La verdad ha dado paso a una continúa desinformación. Los insultos y falsedades con que se injurian los dos partidos mayoritarios, son bochornosos. Ambos se lanzan al vacío afirmando “verdades” falsas. Es imposible hasta saber quién es quién en una manifestación. Los autobuses llenos de extraños personajes violentos con apariencia nazi embadurnan la realidad de expresiones populares que nacen con reivindicaciones autenticas y terminan a tortas.
A un periodista –o a un político– pueden acusarle de que es drogata y, si no se defiende, el bulo se hace mas grande. Por ejemplo, al Gran Wyoming le culparon de ser drogadicto y casi ser camello; decidió callarse, por consejo de su abogado, sabiendo que era mentira. La noticia falsa, si se remueve, se propaga mas. Siempre detrás suelen estar las mismas personas. Insultar es gratis. La situación es muy preocupante porque, los bulos suelen estar ligados a los políticos y, los políticos, con la mayor naturalidad, hoy pueden decir que la Plaza Circular es cuadrada y mañana sin sonrojo que la misma plaza que ayer era circular hoy es cuadrada. Los bulos, unidos a la corrupción, son bolsas que se llenan de millones de euros, y que a la semana se vacían, porque esos sobornos pertenecían a otro señor que lo había negado. Algunos políticos han perdido miedo al banquillo, saben que si entran en la cárcel saldrán pronto, según las verdades, escándalos o falsedades que cuenten. De esta situación continúa, ¿qué tienen que ver los periodistas? Poco o nada, las exclusivas han dejado de ser exclusivas para convertirse en posibles bulos. La prensa del corazón, durante años, ha sido la prima dona de estas noticias falsas. Con grandes fotos se casaban y se descasaban famosos, según el precio de sus supuestas nuevas noticias. Lo preocupante es que todo acontecimiento “natural” entra en el mismo saco. Las inundaciones de Valencia se han llenado también de barro informativo. Se han propagado 111 bulos de la dana. Ni los propios valencianos pueden saber el numero, mas o menos aproximado, de los coches desaparecidos por la riada, de los aparcamientos inundados, de los robos efectuados y de quien es culpable de está falta de previsión. Un periodista tiene que mandar su información al momento y esta rapidez implica datos incorrectos, si no han sido con mala intención se justifican. Según la ley, los bulos que se propaguen tienen que rectificarse con prontitud y ocupar el mismo espacio informativo que el bulo. Si un periodista informa de que el presidente de Alaska es un corrupto y se demuestra que su información es falsa, tiene que publicar lo antes posible su falsedad, en el mismo medio y espacio que se publicó. Esto no suele suceder. ¿Quien rectifica los bulos? Pocos. ¿De qué fuente nos podemos fiar? De ninguna. ¿Qué partido político dice la verdad? No existe.
La vida.
Periodista y escritora