El algoritmo sí que sabe. Buscando completar información sobre el rancio de narices cómic electoraloide de Elkarrekin Podemos, llegué a la página de un minúsculo diario digital que se limitaba a reproducir la nota de agencia de carril sobre la tontuna morada. La gracia no estaba, ni de lejos, entre los desganados párrafos del redactor de jornada sino en la publicidad que Google había elegido como complemento. “Vota Javier de Andrés”, se leía en un módulo que al medio en cuestión le rentará, en el mejor de los casos, veinte céntimos de euro. Pero la asociación de ideas de la inteligencia presuntamente artificial no podía ir mejor encaminada. El mensaje de los que van de megamaxiprogresistas del recopón es calcado del que evacúa la sucursal vasca de Génova: un obsesivo antivasquismo de trazo grueso basado en estereotipos supremacistas en lo moral y en lo étnico.
Si creen que exagero, solo les contaré que el tebeo de la franquicia pabloioneirenista tiene como escenario un batzoki y como protagonistas principales a dos parroquianos garrulos con camisa a cuadros y txapela. Es Vaya semanita con un cuarto de siglo de retraso y, lo más significativo, sin puñetera la gracia. Insultar por insultar, a ver si entre la caspa cae algún voto de aluvión. No diré que me sorprende, pero sí que me da una mezcla de pena y ascazo que una formación que llegó a ser la primera en votos y que, sin duda, podría tener una gran base social en nuestro país, apueste como mensaje principal por melonadas de caca-culo-pedo-pis como el de este ramillete de viñetas cutres o, en la misma estela putapénica, el vídeo en el que miccionaban encima de los seguidores de la Real Sociedad. Claro que tampoco fingiré asombro. Si uno suma racionalmente dos y dos, obtiene el resultado impepinable. Hay pretendidas izquierdas que son purita extrema derecha española. Por suerte, cada vez con menos respaldo electoral.