Habrá que reconocer que, por primera vez en mucho tiempo, el que ya todos conocemos como CIS-de-Tezanos no se pega un desmarque sideral respecto al resto de los sondeos que hemos conocido de cara a las cada vez más cercanas elecciones del 21 de abril; 18 días, y bajando. Al contrario, los resultados por arriba van en la línea anunciada por la mayoría de los barómetros: PNV y EH Bildu parece que se van a disputar la victoria hasta la última papeleta, con el PSE como árbitro para una mayoría de gobierno, el PP con unos números ramplones, un batacazo de categoría para las dos listas de la llamada izquierda federal o, según los días, confederal y, ojalá, la desaparición de Vox de la Cámara de Gasteiz.
Les cuento en voz baja, con todo, que, dado que yo fui una de las personas a las que preguntaron para esta entrega del CIS, tengo mis reservas sobre cómo se han cocinado los datos. De entrada, me localizaron a través de un teléfono móvil que solo uso para cuestiones de trabajo, o sea, por pura carambola. Claro que más llamativo fue que la amabilísima encuestadora mostrara un amplio desconocimiento sobre la materia de la que me preguntaba, especialmente en lo tocante a nombres de las formaciones y de los candidatos. Y en cuanto a mis respuestas, sobre todo en las que se me pedía valorar lo que fuera de 0 a 10, no puedo asegurar que si me hubieran vuelto a solicitar la evaluación diez minutos después habría respondido lo mismo. Por lo demás, llama la atención la aparente incoherencia entre algunos resultados. Por ejemplo, el candidato más valorado es Pello Otxandiano, un par de décimas por encima de Imanol Pradales. Sin embargo, si la pregunta es sobre el aspirante al que se considera más preparado para gobernar, ahí Pradales le saca nada menos que 7 puntos a Otxandiano. La conclusión está en el tópico: la encuesta que vale es la del día 21.