Si compartiésemos –todos– cuatro o cinco cuestiones básicas de humanidad y derechos humanos –eso que por aquí hemos querido bautizar como suelo ético–, quizá podríamos mirar a los ojos a un niño de Gaza, a una niña de Ucrania. Si pudiésemos –todos– ponernos, desnudos de vestiduras ideológicas o prejuicios o intereses políticos y religiosos, en la piel de una madre palestina, de un padre ucraniano que sufren a diario la ocupación, bombardeos continuos, falta de lo más básico; incluso de unos padres israelíes cuyo hijo o hija está secuestrado bajo tierra, o de una familia israelí o rusa cuyo hijo o hija ha sido enviado a combatir de manera obligada o ha muerto en una guerra que les parte el alma y la vida, quizá lloraríamos con ellos y buscaríamos, de verdad, una salida de esperanza a la paz. Si pudiésemos –todos– decir alto y claro que Israel está cometiendo un genocidio en Gaza con la excusa de la legítima defensa, que está perpetrando crímenes de guerra contra la población civil, en especial los niños, que bombardea escuelas, hospitales, centros de la ONU y campos de refugiados y somete a la población al hambre, la sed y el frío. Si al mismo tiempo y con igual tono y volumen dijésemos –todos– que Hamás ha cometido un brutal y criminal ataque terrorista con el objetivo de provocar la reacción israelí. Si al mismo tiempo y con igual volumen, tono y expresiones denunciásemos la invasión y ocupación rusa de Ucrania, sus crímenes de guerra contra la población civil, sus bombardeos sobre hospitales y escuelas, su imposición del hambre, la guerra, el frío... Hay quienes hacen distingos entre una guerra y otra, entre un conflicto y otro. Los hay, claro que los hay. Avergüenzan, sin embargo, desde el punto de vista humanitario, ético y político, algunas de esas reacciones. Se puede –algunos creemos que se debe– estar con el derecho de Palestina a su libertad y al mismo tiempo, con el derecho de Ucrania a la suya. Y, por ello, con la condena sin apellidos ideológicos de la ocupación y la agresión de Israel al mismo tiempo que las de Rusia. Esto es: derechos humanos y paz. Para cualquier ciudadano o ciudadana del mundo. l