Sin sexo, buena parte de los seres vivos de nuestro planeta no existirían. Es verdad que algunos de ellos pueden reproducirse sin esta, digamos herramienta. Pero en este caso los descendientes son clones, idénticos genéticamente a la madre pues en este tipo de reproducción un óvulo se va exponencialmente dividiendo hasta generar otro ser. Es un proceso simple, rápido, en el que participa un solo individuo y produce poco gasto de energía, pues no hay ejercicio fecundativo. Podríamos afirmar, por lo tanto, que el sistema asexual tiene muchísimas ventajas frente a su oponente, el sexual. Aunque conlleva un gran inconveniente: no produce variaciones en la especie que lo usa. No hay diversidad. No hay evolución.

La reproducción sexual fue un gran invento de la naturaleza: permite que ciertas especies animales y vegetales puedan variar adaptándose a un ambiente cambiante pudiendo así sobrevivir e incluso mejorar a lo largo del tiempo. Desventajas existen, respecto a la asexual, como puede ser que los tiempos reproductivos se alargan. O que el número de descendientes sea menor. Por no hablar de la necesidad de tener que depender de la participación de dos individuos de diferente sexo. A no ser que el ser en cuestión sea un caracol, una lombriz o una estrella de mar, por nombrar a algunos animales hermafroditas; es decir: que pueden ser padre y madre a la vez. O que engañen de alguna manera a su naturaleza como es el caso de algunas hembras de escualos en cautiverio, que pueden en un momento dado reproducirse asexualmente para que su especie se perpetúe.

El sexo es, en definitiva, fundamental para la humanidad pues sin él el hombre se extinguiría. Lo paradójico es que nuestra cultura tiene la puerta medio cerrada al debate sobre dicha cuestión aun siendo, como hemos dicho, uno de los temas más relevantes de la vida en este planeta. ¿Por qué esto es así? Porque el sexo no deja de ser un tabú. Por eso cuando se habla sobre él con naturalidad se crea alrededor un clima de incomodidad. Uno no habla de sexo en el ascensor con sus vecinos... En el fondo, todo tabú nace de la negación social del asunto al que invisibiliza. Pues los seres humanos somos muy dados a negar todo lo que nos recuerda a nuestro yo animal. Nuestra cultura elude siempre el debate profundo sobre el sexo o la muerte.

Desde el sistema educativo nacional siempre se ha tratado el sexo de soslayo, siendo, históricamente nuestra “gran asignatura pendiente”. En España, la educación sexual, unida a la emocional, de los menores raya lo anecdótico aunque en estos últimos años se ha avanzado mucho –con un gobierno socialista– en esta materia. Pero la implementación de la formación sexual integral sigue siendo una materia pendiente del sistema educativo español. Existe mucha oposición social de carácter reaccionario y serias limitaciones operativas. La realidad es que nuestro país sigue a la cola de Europa en educación sexual… y en cabeza de la asexual.