¿Se puede caer más bajo tras fracasar en la política? Pues sí, entrando en la tele como tertuliano para continuar la carrera en el púlpito del entretenimiento. Es un caso digno de estudio que tres expresidentas de Comunidad Autónoma sean habituales en las tertulias de los canales privados. Son Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes, ambas de Madrid, y Susana Díaz, de Andalucía. ¿Cuál es su impulso? Como el económico no puede ser, pues el contertulio tiene un salario de hambre, será la vanidad o algún tipo de reivindicación tardía de su maltrecho prestigio como mandatarias. Si yo fuera madrileño o andaluz me sentiría avergonzado de ver a quienes gobernaron mi país haciendo el payaso como charlatanas. ¿Se imagina usted a los lehendakaris Ibarretxe o Garaikoetxea como asiduos parlanchines en las pantallas? Lo de la tramposa Cristina Cifuentes es patético. No solo es una fija en la mesa de Todo es Mentira, sino también de la crónica social con Ana Rosa. Por si fuera poco, ha participado en el reality Traitors, actualmente en HBO, cayendo eliminada a la primera por su mala fama. La catalana Pilar Rahola fue pionera y ahí sigue. Por la Sexta pulula Cristina Almeida, con quien una noche me marqué un dueto en un karaoke de Bilbao. Lo de Esperanza Aguirre, aristócrata y cínica, también es de hacérselo mirar, al igual que la jacarandosa exministra Celia Villalobos, tertuliana con Risto Mejide y concursante en MasterChef VIP. Otros dos exministros, Ábalos y Margallo, tienen tribuna de oradores en Cuatro, auténtico cementerio de elefantes. Pero se puede caer aún más bajo que este circo de políticos caducos, y es que Euskadi sea la única comunidad donde Telecinco, con toda su telebasura a cuestas, es la cadena de mayor audiencia. ¡Qué bochorno!
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