No cabe duda de que, ante el reciente divorcio surgido en el Grupo Mondragón, ha habido sentimientos generalizados de tristeza y decepción, incluso en socios de las cooperativas salientes, con un cierto sentimiento de pérdida de un proyecto colectivo que trasciende a las empresas. Así como una cierta sensación de fracaso colectivo, máxime cuando los protagonistas han mostrado públicamente que no ha sido precisamente un divorcio amistoso y que, paradójicamente, no parecen existir diferencias de fondo en los planteamientos sustanciales que se refieren a identidad, valores y enfoque de los sistemas de gestión empresarial, por lo que, aparentemente, el conflicto podría haber tenido solución de haberse afrontado sus causas anteriormente.

De la Experiencia Cooperativa de Mondragón (ECM) hacia un Modelo Colaborativo Vasco (y III)

El disgusto, sin embargo, no evita que, como reza un aforismo en euskera, “Balitzko errotan, garirik ez” (“En un molino hipotético no hay trigo”), nos encontremos con una nueva situación de hecho que, paradójicamente también y “mirando con las luces largas”, quizás pueda ofrecer nuevas oportunidades. Hay que tener en cuenta, en primer lugar, que Orona y Ulma han anunciado que mantienen su participación en el capital de Laboral Kutxa, continúan sus socios en la Mutua Lagun Aro y tienen la voluntad de seguir implicados en el desarrollo de Mondragón Unibertsitatea, en cuya evolución han tenido y siguen teniendo un importante papel. No podemos descartar, por tanto, que, pasado el momento de crisis más emocional, se puedan ir tejiendo nuevos lazos de colaboración en proyectos de interés para distintas empresas de los tres grupos, para lo que el paso del tiempo puede ayudar.

Por otro lado, los dos grupos empresariales segregados (Orona y Ulma) han demostrado estar bien gestionados y tener un éxito empresarial constatable. Se trataría, en cualquier caso, de grupos muy importantes en el País Vasco, con un número de personas superior a 5.000 y beneficios anuales del orden de los 100M. de € en cada uno de los casos. Grupos que, por otro lado, pueden experimentar nuevas fórmulas en la implementación de los valores cooperativos y en el establecimiento de nuevas vías de colaboración con empresas no cooperativas del País. Tendríamos así tres importantes focos de desarrollo de los valores cooperativos, complementarios de otras realidades que dejaron Mondragón hace ya unos años, cuantitativamente menos relevantes, pero también de éxito como Irizar y Ampo en Gipuzkoa y RPK, en Álava.

Pero, como hemos señalado en estas mismas páginas, también existe una corriente, cada vez más fuerte en el mundo empresarial vasco, que converge con algunos valores de la Experiencia Cooperativa. En ese sentido ha sido paradigmática la reciente inauguración del proyecto de Fabrika de Adegi, que consolida una trayectoria de bastantes años hacia una cultura de empresas que plantean su competitividad basada en el desarrollo de las personas (con, lógicamente, distintos ritmos en su implantación en las distintas empresas). Así como el proyecto denominado Ekinbarri, promovido por CEBEK y varias de sus federaciones miembros, con idéntica orientación, que va engrosando el número de empresas trabajando en el mismo. Al igual, por otro lado, que el Modelo de gestión avanzada de Euskalit.

En ese sentido, la promoción de los Premios Arizmendiarrieta nos está permitiendo conocer, por otra parte, una realidad empresarial que no se queda en retóricas de cambio, sino que está avanzando con decisión hacia los valores y sistemas de gestión recomendados por el denominado Modelo inclusivo participativo de empresa. Alcorta Forging y Salto Systems, en la CAV, e Hidro Rubber y SEINSA, en Navarra son sólo la punta del iceberg de un grupo cada vez más numeroso de empresas en los que están presentes algunos valores humanistas tradicionales en el cooperativismo y que buscan un modelo de colaboración y desarrollo de las personas en sus proyectos empresariales.

Coincidiendo en algunos de sus valores con la notable presencia de entidades de la Economía Social en nuestro territorio que, según las últimas estadísticas disponibles agrupa, entre cooperativas y Sociedades Laborales, a 3.424 empresas y 61.452 empleos (contando también con los del Grupo Mondragón) y que cuenta con instituciones que se preocupan del cuidado y promoción de las mismas. Y coincidiendo sus valores, asimismo, con otras iniciativas de economía solidaria agrupadas alrededor de REAS...

Enfoque colaborativo también en la gestión pública.

No podemos dejar de citar, en ese marco, la singular Experiencia colaborativa que está siendo desarrollada por la Diputación Foral de Gipuzkoa en su programa denominado Etorkizuna Eraikiz, que va más allá del concepto de cooperación público-privada y sitúa a la institución pública en un plano de igualdad con los agentes económicos y sociales del territorio, a los que cede en ocasiones el liderazgo de los proyectos, aunque sigan siendo financiados prioritariamente con fondos públicos.

Ese enfoque, del que algunos gurús del management denominan leading from behind (liderando desde atrás), coincide en buena parte con la práctica cooperativa que establece las relaciones sobre la base de la igual dignidad de todas las personas y plantea el liderazgo desde el servicio al proyecto común.

Y seguramente contribuirá a aprovechar en mayor medida las potencialidades de las personas e instituciones privadas del citado herrialde, tal como se ha comprobado en la larga experiencias del Grupo Mondragón referida al aprovechamiento del talento de las personas, que hace que éstas, trabajando en contextos adecuados, sean capaces de conseguir resultados extraordinarios.

La Experiencia colaborativa pública citada tiene una historia de tan sólo 7 años, pero sus resultados iniciales apuntan a que puede ser un planteamiento con un largo recorrido. En ese sentido, ya está llamando la atención de estudiosos internacionales de la gobernanza pública, como lo prueba el hecho de que la Universidad de Lovaina esté a punto de publicar el Caso vasco de la gobernanza colaborativa, concepto que está surgiendo a nivel internacional como fórmula que permita implicar a los ciudadanos en la gestión de la cosa pública, como respuesta a la crisis de la democracia que se está manifestando en distintos países ante las incertidumbres actuales.

Sin caer en un fundamentalismo cultural, no podemos despreciar el humus cultural y de valores en que se desarrollan las distintas experiencias que comentamos (que podríamos denominar, en su conjunto, como una Experiencia colaborativa vasca) y que hacen que probablemente tengamos unas ventajas importantes a la hora de buscar un Modelo con ribetes propios para afrontar los retos que todas las comunidades del planeta tenemos planteados.

En ese sentido merece la pena recordar que el último informe de tendencias para los próximos 20 años del Centro Nacional de Inteligencia de USA señalaba que, ante un mundo que evoluciona a velocidad de vértigo, la cohesión social y la cooperación público privada son las claves para responder con éxito a dichos retos por parte de las diferentes comunidades en el mundo.

Lo que, por otra parte, debería ser tenido muy en cuenta por personas e instituciones de todo tipo, de forma que, a la vez que defienden sus legítimos intereses en el ámbito interno del País, evalúen el impacto que tiene el modo en que los defienden sobre dichos valores comunitarios.

De forma que vayamos construyendo una sociedad que se enfrente con éxito de forma singular a un desarrollo económico y social sostenible y solidario con otras comunidades humanas en el mundo.

Socio colaborador de Laboral Kutxa y presidente de la Fundación Arizmendiarrieta