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Mesa de Redacción

Carlos González

Ni un euro

En este agosto en el que estamos casi solos en nuestro amado templo del cortado mañanero, la comitiva festiva formada en julio por varios de los viejillos habituales para hacerle un corte de mangas al bicho recorriéndose San Fermín, La Blanca y las fiestas de Donosti y Bilbo se encuentra cautiva y desarmada. De hecho, tras pasar por tierras guipuzcoanas ha decidido no seguir adelante con el plan de ataque previsto en un inicio. Tres de cuatro, no está mal, teniendo en cuenta que el más joven ya era venerable hace tiempo. Pero no hay más presupuesto. El pago de las viandas en la Bella Easo ha sido terrorífico y los abuelos han decidido que si les tienen que seguir atracando a mano armada para tomarse dos tintos y dos pintxos, prefieren que eso pase en su bodega de toda la vida. Pobres, pero con principios. Y es que la cosa del yantar ya les generó problemas por Pamplona, que solo fueron un día pero pagaron casi lo de una semana. Vinieron asustados de allí. En La Blanca fue algo diferente porque cuando uno ya conoce el terreno, sabe dónde es mejor ni entrar. A Donosti se fueron prevenidos y pensando que podían salvarse de la quema, pero ni por esas. Del último bar salieron pensando que menos mal que el billete del autobús de vuelta lo tenían pagado previamente.