ígase lo que se diga, nada va a ser igual a partir de ayer en la política española. La reforma laboral validada finalmente por un solo voto ¡gracias al PP! en una votación de infarto deja demasiadas heridas como para que no tenga consecuencias a futuro. En ese voto de diferencia quedan retratadas la reforma y España. En primer lugar, el propio Congreso, que ha visto reducido su papel a la mínima expresión, en concreto al de poco más que un notario que se limita a dar fe de un acuerdo entre partes. No puede ser esa la función de una Cámara que, por mandato constitucional, tiene "la potestad" legislativa como representante que es de la soberanía popular. Herido queda también el Gobierno de coalición, que en el último momento y por pura necesidad ha tenido que escenificar una unidad imposible. La vicepresidenta Yolanda Díaz ha perdido gran parte de su luminosidad. La mayoría de investidura queda, asimismo, herida. Los bloques de derecha e izquierda han saltado por los aires, en ambos bandos se ha votado a favor y en contra con igual convicción y entusiasmo. Esta es la parte a la vez más asombrosa, sugerente y desconcertante. ¿Pero qué tiene este ley para que sea considerada a la vez un hito histórico por la izquierda radical y los sindicatos al tiempo que la alaba la patronal más conservadora, parte del neoliberalismo y la quisiera votar hasta UPN -con la traición y deserción más que sospechosa de sus dos diputados-? ¿O que es capaz de concitar el rechazo de nuestra extrema izquierda y sindical vasca con similar dureza con que la repudia la derechona del PP y Vox?

El Gobierno ha optado por la patronal y el mantra del pacto social. Ha asumido que la CEOE imponga su célebre "no se toca ni una coma". Un trágala, sí. Sánchez y Díaz ya tienen su reforma laboral, han logrado un voto más, pero este tiempo de pésima gestión y negociación va a pasar factura, aunque todos digan que no se rompe nada. La confianza y la lealtad son un activo en política y ahora queda muy poco de eso. Tan es así que parece que la reforma laboral está cerca de aplicársele en breve al propio Gobierno.