o se puede estar de acuerdo con la persecución a la que parece haberse sometido a un niño y su familia, por el hecho de haber exigido la enseñanza de un 25% en castellano en un colegio catalán. Asombra, sin embargo, que la petición de un solo alumno acabe obligando a todo un centro a cambiar de modelo lingüístico, porque así lo han decidido los jueces. No he visto muy reflejado algo tan simple como que la sentencia que da la razón a los progenitores del pequeño se cisca en la opinión del resto de los padres y madres, que quieren continuar con la inmersión en lengua catalana para sus hijos e hijas. El debate lingüístico está cada vez más desquiciado, pero habrá que hablar de quién lo desquicia. No tenemos que ir muy lejos para encontrar ejemplos no tan publicitados en sentido contrario. Estos días, una serie de padres y madres han presentado instancias en el Departamento de Educación para pedir escuelas infantiles en euskera en Lezkairu y Mendebaldea, donde sólo está previsto un modelo en castellano. De momento, Gobierno de Navarra y Ayuntamiento de Pamplona guardan silencio. Ningún medio de comunicación del Estado -ni bastantes de los navarros- se han dignado a poner un micrófono a estas personas que ven vulnerados sus derechos. Los jueces, ni están ni se les espera. Hay más. Esta semana se va a dar a conocer el borrador definitivo del II Plan Estratégico del Euskera elaborado por Euskarabidea. Una de las medidas que propone es encontrar la vía para garantizar que todo el alumnado navarro tenga unos conocimientos mínimos de euskera al acabar sus estudios, de la misma forma que los que optan por la enseñanza en lengua vasca tienen garantizado un sobrado conocimiento del castellano. No es un 25% lo que se propone, es solo una asignatura que haría mucho por la cohesión de esta comunidad. Pues bien, el PSN ya ha dicho que esto no va a ser así. De Navarra Suma ni hablamos.
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