s la segunda vez que rehago este artículo de opinión. En mi primera opción había acudido a los números para centrar mi análisis en este nuevo Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Pero algo no iba bien. Todo correcto, las cifras contrastadas, pero, no, algo no encajaba en mi exposición.

Hasta que me he dado cuenta. Sin quererlo, al acudir a la matemática he invisibilizado a las víctimas a las que quiero llegar hoy. Lamentablemente, ya no puedo hablar con las que han sido asesinadas. Como Conchi y Erika, las dos víctimas mortales este año en nuestro país. Ambas, con hijos e hijas. Ambas, sin denuncias previas mediante. Ambas, reflejo más extremo de la lacra machista. Descansen en paz ellas y todas las demás.

No. Te he invisibilizado a ti, a quien lees esto y sientes que, de alguna manera, formas parte de la violencia que se ejerce contra las mujeres. Porque tú sabes que eres víctima. Porque sabes que lo que te pasa no está bien. O a ti. Que piensas que una mujer de tu entorno no debe soportar de su pareja desprecios y humillaciones, pero no conoces la manera de cómo poder ayudarla.

Este año Emakunde ha centrado su campaña en esa vida llena de palos, no solo físicos, que puede cambiar: "Él llegaba a casa y siempre había algo mal. Yo estuve 40 años aguantando, por la familia... Ahora me toca vivir", relata una mujer mayor.

Ayudaros a romper vuestro silencio mediante la creación de un entorno cálido al que llegar tras dar el paso de romper amarras es el reto colectivo que, como sociedad, debemos plantearnos. Hablar de la cifra de mujeres que han podido padecer y padecen hoy en día la violencia de género no debe impedirnos elevar nuestra mirada para tomar conciencia y consciencia de que muchas de vosotras formáis parte de nuestro día a día.

Debéis saber que tenéis una mano amiga que podrá ayudaros en caso de necesitarlo. Son las que cosen a diario un complejo entramado de asistencia social formado por muchas otras mujeres que han decidido contribuir a erradicar esta violencia. Entre ellas, las que descuelgan al otro lado el teléfono de ayuda SATEVI: 900 840 111. Números que no crean matemática sino esperanza. Porque el maltrato puede acabar y comenzar una nueva vida.