sta semana finaliza un maldito año de mierda y comienza uno nuevo. Es normal que todos pensemos que a año muerto, año puesto, pues el inexorable paso del tiempo no tiene vuelta atrás, al menos para mis simples entendederas, por mucho que Einstein se empeñara en que es relativo. Ese continuo avance nos empuja a ir cerrando capítulos de tiempo y cada día lo apagamos cuando nos vamos a la cama, cada viernes arrumbamos los trastos de trabajar hasta el lunes y cada fin de año tomamos uvas para desear que el siguiente sea mejor. Lo que nos diferencia es la hora de acostarnos cada día, las herramientas de trabajo de cada viernes y los deseos de cada año. Por ejemplo, mi deseo para el próximo año es que se pueda investigar si hay gas en Gasteiz, porque si hay, estupendo, podremos ahorrar un montón de pasta no comprando ese gas, que todos usamos, a otros países, que a saber cómo lo hacen para obtenerlo, hasta el día que se decida que tenemos suficiente energía sostenible para prescindir del gas y se cierren ese pozo y todos para siempre. Y si no hay, a otra cosa. Otros pedirán no investigar por no depender de energías del carbono y porque impacta mucho, y eso está bien salvo que no piden al nuevo año de dónde y cómo sacar toda la energía para que, además del tiempo, avance el mundo. Supongo que a mediados del pasado siglo hubo quienes pedían los pantanos de Araba para suministrar agua y quienes los rechazaban sin decir cómo obtenerla. Trasponiendo tal disquisición a hoy, sé de muchos, prácticamente los mismos que piden que no se investigue en el gas, que rogarían al nuevo año no hacer esos pantanos por el impacto ambiental que provocaría tal obra. Seguro que lo provocó, lo que no quita que con el tiempo se hayan convertido en espacios naturales protegidos de la Red Natura 2000. A veces los deseos hay que tenerlos considerando también el inexorable paso del tiempo. Urte berri On.
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