e comenta un amigo en la red que un tal Erikson, autor entre otros de un librito titulado "Rodeado de idiotas", dice que "todo lo que le dices a una persona se filtra a través de sus marcos de referencia, sesgos e ideas preconcebidas. Lo que queda es, en última instancia, el mensaje que entiende". Viene esto al hilo de que en época de redes leer y escribir se asemejan cada vez más a hablar y escuchar, perdón oír, que no es lo mismo, y que lo hacen para mal. No leemos, o leemos sólo lo que nos interesa. Somos verdades encerradas en nosotros mismos que no necesitan réplica ni la entienden. Queremos oír o leer lo que esperamos y sólo el tiempo suficiente para decir lo que pensamos, diga o escriba lo que sea la otra parte.
Ocurre esto a todos los niveles, y así vamos.
Publica alguien en las redes una foto con algunas fechas y detalles de la secuencia en que llegaron a Vitoria las escaleras mecánicas. Algunos valientes precisan y otros investigan, y en apenas los primeros comentarios se establece una secuencia fundada de los hechos. ¿Y? Lo mismo da que da lo mismo. Por debajo siguen apareciendo recuerdos personales o afirmaciones que ignoran por completo lo ya dicho.
Así no hubiese avanzado la historia ni la ciencia.
Pones un cartel a la altura de los ojos diciendo que la puerta está cerrada, que entres por la otra, y da lo mismo. La gente la aporrea esperando que la abras.
Escribes con mimo y con cariño un fundado escrito de alegaciones y te responden con un corta y pega de artículos legales. Vas al síndico, escribes (bueno, ellos te ayudan mucho, si no todo) un nuevo alegato más jurídico y nueve meses más tarde te contestan con los mismos argumentos, o sea, que lo que escribas me lo paso yo por el arco del triunfo que tengo el corta y pega del BOE aquí delante.
Y así con todo menos vosotros, que me leéis atentamente€ ¿o no?