Hace poco se publicó en varios medios de comunicación que en un instituto de Madrid y en otro de Donostia alguien había creado un grupo de WhatsApp y estaba añadiendo al grupo a menores sin su permiso. Una vez dentro en ese grupo se compartía material perturbante como pornografía infantil, pornografía extrema y violencia explícita.
Después del revuelo surgido, parece que en lugar de que la noticia sirviera para que las familias tomasen conciencia del riesgo que tiene que los menores utilicen aplicaciones que aún no pueden utilizar, sirvió para dar una idea a más personas malintencionadas en otros lugares y hemos comenzamos a ver situaciones similares en institutos de diferentes provincias.
En un instituto de Vitoria nos decían que les habían añadido a un grupo donde les decían que si querían ser famosos tenían que enviar fotos e información privada. En otro instituto nos contaban que les exigían imágenes sexuales y les insultaban y amenazaban, incluso de muerte si no lo hacían. En un instituto de Hernani nos dijeron que había un grupo grande a nivel de Gipuzkoa y que compartían stickers pornográficos que se notaba que eran de niños.
Hay que dejar claro a niños y adolescentes que hay un tipo de material y unas acciones que son ilegales y que hay que denunciar en la policía nada más verlo. La pornografía infantil (material sexual de menores de 18 años, da lo mismo con 5 años que con 17), la violencia extrema, compartir imágenes de otros sin permiso, las amenazas… son delito y tienen consecuencias penales. Si alguien nos añade a un grupo o nos manda a través de chats este tipo de cosas, debemos mantener los chats, no borrarlos, e ir a la policía a poner la denuncia para que puedan investigarlo y detener a los perpetradores de esos delitos. Una de las obligaciones de toda la ciudadanía, porque además de derechos tenemos obligaciones, es denunciar un delito cuando lo presenciamos.
Recordemos una vez más que en los términos de WhatsApp se establece que para poder utilizar la aplicación los usuarios tienen que tener más de 16 años, por lo que un buen consejo preventivo es respetar las edades de uso de las redes sociales.
Aunque lo óptimo sería que WhatsApp implementase la opción de que para añadirnos a un grupo nos tuvieran que solicitar permiso y nosotros tuviéramos que aceptarlo, por lo menos existe la opción para elegir quién nos puede añadir a grupos. En los ajustes de WhatsApp, en el apartado privacidad está el apartado Grupos, donde podemos elegir Quién puede añadirme a los grupos, y allí podemos elegir Todos, Mis contactos o Mis contactos, excepto….
Responsabilidad
Muchas familias, al escuchar que desde el momento en el que dan smartphones a sus menores o les permiten utilizar redes sociales hay que explicar a niños y adolescentes que hay un tipo de material que hay que denunciar, se sorprenden y nos dicen que no ven adecuado hablar con niños sobre pornografía, pornografía infantil y material perturbador. El problema es que si tienen smartphone y si usan redes sociales, la probabilidad de que lo vean es muy elevada, pero mucho, por eso la importancia de las edades a la hora de entregar smartphones y usar redes sociales. Para tener un smartphone la edad recomendada va desde los 14 a los 16 años en función de la madurez del menor. Hemos visto que la mayoría de las familias piensan que sus menores son más maduros que los de los demás y les dan smartphones antes.
Llevamos mucho tiempo advirtiendo de los riesgos de que niños y adolescentes utilicen smartphones y redes sociales, y esto de los grupos es solamente una de las cosas que pueden pasar.
Parece que cuando las familias ven este tipo de situaciones, en lugar de reflexionar y esperar para entregar este tipo de tecnología, que los menores no están preparados para utilizar de forma consciente y segura, piensan que estas cosas no van con sus hijos o que sus hijos viven en un mundo diferente y que a ellos no les puede pasar nada. Ya es hora de que abran los ojos y comiencen a aceptar la realidad en la que viven. Por muy duro que se les haga deben reconocer que sus hijos también están en riesgo, que también ven pornografía y les está afectando en su forma de ver la sexualidad, que también hablan con extraños en Internet, que reciben contactos y solicitudes de pederastas, que también están expuestos cada día a la desinformación, que están incorporando la toxicidad de las redes sociales a sus vidas, que usan las pantallas de una forma excesiva… Hay tiempo de parar esto y darle la vuelta, pero para hacerlo es fundamental aceptar que tenemos un problema enorme, no querer verlo y mirar para otro lado nunca ha ayudado en nada.