El escenario geopolítico global, en constante movimiento, y la carrera tecnológica como eje de la revolución que estamos viviendo centraron el diálogo entre el diplomático, ex ministro de Asuntos Exteriores de Israel e historiador, Shlomo Ben Ami, y el director editorial y de contenidos de GRUPO NOTICIAS, Iñaki González, en el marco de las Jornadas Tecnológicas de Euskaltel.
Preguntado acerca de si nos estamos desglobalizando como planeta, Ben Ami declaró que “la crisis de la globalización o desglobalización no empezó con la Guerra de Ucrania. Un punto de cambio muy importante en la globalización fue la crisis financiera de 2008, que desató una ola de populismos a través del continente europeo. Donald Trump dio un cambio de rumbo radical al posicionamiento del país globalizador más importante y además empezó una guerra comercial con China porque entendió que era una amenaza a la hegemonía norteamericana”.
Según su percepción, Joe Biden, por su parte, “ha ido más allá en el boicot a China, porque entendió que la carrera es también tecnológica. Porque en esta era, el que ganará la carrera no es el que tendrá más tanques o más misiles sino el que tendrá el control de la industria de los semiconductores, que se ha convertido en la batalla principal. Pero el control lo tiene Taiwán, que produce el 90% de los semiconductores”. Sin querer profundizar más indicó que “si China invade Taiwán tendrá ese control”.
Lo importante, en su opinión, es que “la economía occidental se está adaptando, la crisis no es tan trágica. Se pensó que el boicot de la energía rusa iba a colapsar a Occidente y no fue para tanto”. En este aspecto resaltó que la economía liberal tiene “una capacidad extraordinaria de adaptación. Sí hay una crisis de la globalización pero hay una economía occidental que se ha adaptado”.
Avanzando en la charla, para responder a la pregunta de quién está ganando la carrera tecnológica y cómo se le permite liderar la orientación de la actividad económica y estratégica en el mundo, remitió al historiador griego llamado Tucídides con objeto de entender las relaciones entre potencias. “En este momento tenemos una potencia establecida que es Estados Unidos y la potencia emergente es China y entre ambas, el conflicto está servido”, puntualizó.
Para Ben Ami, “lo mismo que está haciendo hoy China es lo que hizo Estados Unidos para convertirse en poder hegemónico cuando era un poder emergente en los primeros años del siglo XX: robar tecnología”.
Advirtió de no subestimar a China porque “no se trata solo de robar, están haciendo masivas inversiones en tecnología y con proteccionismo”.
Asimismo, adujo que Estados Unidos está realizando grandes inversiones para tener su propia industria de semiconductores y evitar que la tengan los chinos.
Escenario bipolar
En el escenario bipolar entre China y Estados Unidos, desde su profundo conocimiento del panorama geopolítico internacional resaltó que “la libertad que tiene el hombre occidental es un patrimonio importantísimo para seguir luchando, adaptándose y superando esta situación en la que la geopolítica decide la economía y esta se adapta y supera las presiones que la geopolítica le presenta”.
Por último, acerca del final de la guerra entre Rusia y Ucrania, atribuye a EE. UU. la mayor responsabilidad de cara a gestionar el fin de este conflicto bélico. “El juego final no puede ser la derrota de Rusia. China tampoco tiene ningún interés en que Rusia pierda la guerra. Así que hay que llegar a un acuerdo de convertir a Ucrania en un estado federal con relaciones especiales con Rusia y la incorporación de Ucrania a la Unión Europea pero no a la OTAN. Tendrá que ser un estado tapón entre Rusia y Occidente”, plantea.
La carrera tecnológica
Shlomo Ben Ami afirma que “la guerra del futuro es la carrera tecnológica”. En su opinión, “hay una obsesión por ganar la guerra de la inteligencia artificial y el que la gane controlará todo”.
En este sentido aludió a la idea de que la mejor manera de conseguir la paz no es firmando acuerdos, que se pueden violar, sino crear equilibrios que hacen la guerra demasiado costosa. Sin embargo, la inteligencia artificial cuestiona el modo de lograr el balance de poderes. “En este mundo fluido de las nuevas tecnologías es difícil definir cuál es el equilibrio y más aún crear una diplomacia nueva que sepa crear esos balances y acuerdos”, sentenció en su intervención.