Están cansadas, enfadadas. Y muy indignadas de que no se les dé la importancia que tienen en la sociedad.

Se dedican al cuidado de las personas mayores, 24 horas al día y 365 días al año.

DNA ha tenido acceso a una carta que ha escrito una del millar de estas trabajadoras alavesas, empleadas esenciales en los centros geriátricos privados del territorio.

Con el apoyo incondicional del movimiento de pensionistas, familiares y movimiento feminista, llevan cuatros largos años de lucha constante y protestas.

Esta misma semana se han vuelto a manifestar en las calles de Vitoria, y son ya 36 jornadas de huelga que las empleadas de las residencias privadas de Vitoria y Álava han secundado, al mismo tiempo que denuncian "unos servicios mínimos totalmente abusivos que les obligan a cumplir".

¿Qué quieren?

Con una plantilla mayormente migrada y feminizada en las residencias privadas de Álava, decenas de trabajadoras de los centros geriátricos reivindican su primer convenio provincial digno para poder salir de las condiciones laborales precarias.

Son más de 1.100 trabajadoras en Álava con salarios que rozan el Salario Mínimo Interprofesional (SMI).

Piden que se establezca un salario mínimo de 19.600 euros y alcanzar, al final de la vigencia del convenio, las 1.592 horas de jornada laboral. También solicitan mejoras en salud laboral y licencias.

Un sector, el de los cuidados de personas mayores, que las propias trabajadoras denuncian se encuentra en precariedad total con salarios que rozan el SMI (concretamente de las 26 categorías profesionales, 11 tienen un salario inferior al SMI), parcialidad abusiva, jornada anual de 1.784 horas, ratios excesivos y nula prevención de la salud laboral.

Han salido de nuevo a la calle este jueves para exigir a las tres patronales de residencias privadas (Acra, la Asociación de Centros Residenciales de Álava, está formada por 48 residencias de 67) que den pasos en la resolución del conflicto.

La carta de una trabajadora de Vitoria

DNA ha tenido acceso a una emotiva carta que ha escrito una trabajadora de Vitoria.

Explica cómo se sienten tanto ella como sus compañeras, trabajadoras tan fundamentales en la pandemia que ahora se sienten "completamente olvidadas".

La carta:

"Llevo trabajando en el sector de residencias desde que me saqué el FP de Técnica Cuidados Auxiliares de Enfermería con 18 años. He pasado por muchas residencias, me encantaría decir que todo es maravilloso, pero no es el caso.

Me siento triste y agotada, me siento infravalorada, pisoteada y he de decir que me da mucha pena ver cómo cada día mis compañeras se sienten igual que yo. Cuando llegó el covid fuimos muy importantes para todo el mundo, la gente nos aplaudía.

Cuidábamos y ayudábamos a todos aquellos residentes que no podían estar con sus familiares, dándoles o intentando darles todo el cariño posible. Vivimos situaciones extremas con nuestros residentes; ambulancias que no llegaban, vidas que se apagaban, lágrimas y agotamiento.

En su momento parecía que todo el esfuerzo que hicimos iba a cambiar algo, pero nada cambió, incluso diríamos que todo ha ido a peor. Yo personalmente me siento totalmente abandonada, desamparada por las situaciones que vivo cada día en la residencia.

Podría clasificar cada una de ellas, pero he de decir que la más grave es el trato que están recibiendo nuestros residentes. Nos necesitan para las actividades de su día a día, residentes que no podemos atender al ser tan poco personal, al tener unos ratios tan precarios.

Es imperdonable ver cómo no podemos cuidar bien de ellos, como no podemos tomarnos cada día un tiempo para atenderles en unas condiciones razonables. Salgo del trabajo triste y desmotivada, sin contar las veces que me he ido a casa llorando.

Los cuidados gerontológicos están muertos, los habéis matado con vuestro pasotismo y vuestro cruce de brazos. Habéis hecho que las trabajadoras estemos agotadas, frustradas y cansadas de vivir cada día a la sombra, cansadas de ser desprestigiadas.

Merecemos respeto, tanto las trabajadoras como los residentes y familiares, merecemos un trabajo digno, con ratios y tratos dignos, nos merecemos llegar a fin de mes. Estamos hartas y cada día que pasa esto es más insostenible y agotador”.