Los patrocinios están ya por todas partes, también en los grandes recintos e infraestructuras, que renuncian a sus denominaciones oficiales para conseguir una interesante cantidad de dinero. Hoy en día no es nada raro que un estadio tenga el nombre de una aerolínea de Oriente Medio o que un pabellón tome el de una compañía telefónica. Y también han llegado al Metro de Madrid, en concreto a algunas líneas. Y se ha liado un poco.
Porque el Metro, dependiente de la Comunidad de Madrid, ha acordado con la firma Levi’s el patrocinio de su línea 1, pero la fórmula, o más bien el diseño, está generando bastante controversia y mucho debate en Twitter. En las paradas de esa línea, ahora en lugar del número 1 aparece el 501, que es el número del pantalón vaquero más icónico de esta marca de ropa. Es cierto que el número 1 aparece diferenciado y recuadrado en azul, con el logo de la marca al lado en rojo y en un tamaño tan pequeño que puede pasar desapercibido.
Parece claro que puede llevar a error, porque cuando uno se encuentra con los carteles ve claramente un 501 y no tiene por qué conocer que es el número de un pantalón ni ver la marca en pequeño, y eso puede provocar confusiones a la hora de coger una línea (se puede pensar que es la 50.1), sobre todo a quienes llegan de fuera o no usan habitualmente el metro. “No soy activista contra la publi que ayuda a financiar el metro, ¿pero de verdad necesita generar indicaciones confusas para quien viene de fuera?”, se pregunta un tuitero.
Incluso hay usuarios que lo emplean en el día a día y que al ver el nuevo diseño de la línea han dudado. “Si yo que he usado esa red de transporte varias veces me he quedado un momento pensando, no me quiero imaginar quienes lo usen por primera vez”, afirma otro usuario.
Un especialista y analista de marcas, Fernando de Córdoba, asegura que es un mal patrocinio. “Para mí ese es el límite de la publicidad: que genere confusión. A un madrileño le puede resultar obvio que se trata de la 1, pero imagínate que vas a otro país y te encuentras con la línea 50[1]. ¿No pensarías que es otra línea, o una variación de la 1, o dos líneas distintas?”, plantea.
“El límite para mí es la usabilidad del sistema. Hablamos de un servicio público que debe resultar intuitivo para todos, incluida gente que lo puede tener más difícil: niños, personas con discapacidad intelectual, turistas, inmigrantes que no hablan el idioma, novatos... Esto es una cagada y debería retirarse”, sentencia.