¿Ducharse por la mañana o por la noche? Esta es la mejor hora del día
Ante esta costumbre cotidiana, existen momentos que son más adecuados para el bienestar de nuestro cuerpo
Uno de los temas que frecuentemente genera debate en conversaciones cotidianas es cuál es el mejor momento para ducharse: ¿al empezar el día o justo antes de dormir? Para algunos, la ducha matutina es un impulso de energía necesario para enfrentar la jornada, mientras que otros defienden la ducha nocturna como momento de relajación.
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Ambas opciones tienen tanto beneficios como desventajas, y la elección depende de la rutina personal y de las recomendaciones de expertos en salud.
Un hábito relacionado con el descanso
De acuerdo con diversos estudios, tomar una ducha o un baño antes de dormir es el segundo ritual más común entre los adultos estadounidenses, justo después de ver televisión. Sin embargo, sólo entre el 25% y el 32% de los encuestados lo llevan a cabo con regularidad.
Según aseguran, este hábito puede mejorar significativamente la calidad del sueño. Un baño caliente antes de acostarse ayuda a elevar la temperatura corporal momentáneamente y, al enfriarse después, induce un estado de relajación que facilita conciliar el sueño.
Por si fuera poco, reduce la presión arterial, contribuyendo a un descanso más profundo y reparador.
Ventajas de la ducha matutina
Por otro lado, quienes prefieren ducharse al comenzar el día mencionan cómo este hábito para activar el cuerpo y despejar la mente. El agua, y más si es fría o templada, estimula el sistema circulatorio, aumenta el ritmo cardíaco y prepara al organismo.
Asimismo, la ducha matutina puede ser un momento clave en la rutina de cuidado de la piel. Limpia los poros, elimina la grasa acumulada durante la noche y deja la piel lista para aplicar productos como cremas o protectores solares.
Para quienes luchan por despejarse después de despertar, este hábito es un aliado infalible. No es solo una cuestión de higiene; también es una forma de activar los sentidos y generar una sensación de frescura.
La importancia del horario nocturno
Aun así, la ducha nocturna también tiene puntos a favor que van más allá de la relajación. Durante el día, el cuerpo acumula sudor, polvo y bacterias que pueden obstruir los poros y causar problemas en la piel.
Al ducharse por la noche, se eliminan estas impurezas y se evita llevarlas a la cama, lo que podría afectar la higiene de las sábanas y almohadas.
Además, como mencionan los expertos en higiene del sueño, este hábito actúa como un “apagador” mental. Al incluir una ducha en la rutina nocturna, el cerebro lo asocia con el final del día, enviando señales para reducir el estrés y prepararse para el descanso.
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¿Cuál es el mejor momento?
Elegir entre ducharse por la mañana o por la noche no tiene una respuesta única;ambos momentos tienen beneficios comprobados y dependen de las necesidades y preferencias individuales.
Para quienes buscan comenzar el día con energía, la ducha matutina es una gran opción. Pero si el objetivo es mejorar la calidad del sueño, la ducha nocturna parece tener una ligera ventaja.
Un factor clave a considerar es el ritmo de vida de cada persona. Aquellos con trabajos físicos o que realizan ejercicio a diario pueden necesitar ducharse al final del día para eliminar el sudor y las bacterias acumuladas.
Por otro lado, quienes buscan optimizar su productividad desde temprano pueden encontrar en la ducha matutina un punto de partida perfecto.
El impacto en la salud y el bienestar
Más allá del momento del día, lo importante es entender cómo este hábito puede influir en la salud general. La privación del sueño, por ejemplo, tiene consecuencias graves, como problemas de concentración, dificultad para aprender y menor capacidad de reacción.
Por ello, una ducha nocturna que favorezca el descanso puede ser una herramienta valiosa para mejorar el rendimiento diario.
Igualmente, comenzar la jornada con un estado mental despejado y una piel limpia también puede marcar una gran diferencia en el bienestar general.
Cómo darse una buena ducha
Para una buena ducha, comienza ajustando el agua a una temperatura agradable. Moja tu cuerpo por completo y aplica champú en el cabello, masajeando el cuero cabelludo. Enjuaga bien y usa acondicionador, dejándolo actuar mientras lavas el cuerpo.
Usa un gel o jabón adecuado, frotando con una esponja o tus manos para eliminar la suciedad. Presta atención a áreas como axilas, pies y cuello. Enjuaga todo el cuerpo, asegurándote de no dejar residuos.
Termina con agua fría para estimular la circulación, sécate con una toalla limpia y aplica crema hidratante para mantener la piel suave.