El Maccabi emerge este próximo martes como un peligroso obstáculo para el Baskonia de cara a asaltar un puesto en el ansiado 'Top 8', algo que el conjunto vitoriano consiguió por última vez en la temporada 2018-19.
No hay imposibles para los hombres de Dusko Ivanovic, que cuenta entre sus filas además con ese as de oros llamado Markus Howard capaz de reventar cualquier partido en el momento más insospechado. Sin embargo, queda claro que la cita del próximo martes en el Belgrado Arena a partir de las 19.00 horas será de alto voltaje entre dos conjuntos con un instinto anotador muy desarrollado y sobrados de pólvora.
El Baskonia hará frente a un Maccabi con sus virtudes y defectos perfectamente definidos pero que con el transcurrir de la temporada se ha convertido en un grupo cada vez más temible. El cuadro israelí ha ganado siete de sus últimos compromisos de la fase regular, cayendo tan solo durante este intervalo en el Palau Blaugrana tras aquel triple final de Laprovittola.
Con una plantilla que ha mantenido la espina dorsal de la pasada campaña, Oded Kattash dirige un colectivo extremadamente físico y más largo que el vitoriano con casi todas las demarcaciones bien cubiertas.
Raro sería que este improvisado cruce de octavos de final, donde Maccabi y Baskonia pugnan por ser el rival del Panathinaikos en la antesala de la Final a Cuatro, no sea una batalla a casi 100 puntos teniendo en cuenta el elevado ritmo que imprimen a los partidos dos equipos deseosos de jugar a muchas revoluciones y con un elevado número de posesiones.
Sin ningún complejo
El Maccabi ha sido, con diferencia sobre el resto, el equipo más anotador de la fase regular de la Euroliga con más de 87 puntos de media. Por contra, también es vulnerable a la hora de proteger su aro. Así lo indica su etiqueta de segunda peor defensa de la competición. Pese al músculo, atleticismo y enorme complexión física de muchos jugadores estadounidenses, no destaca por el sacrificio atrás de sus integrantes.
El Baskonia debe afrontar sin ningún tipo de complejo el que, sin duda, será el encuentro más importante de los jugados hasta la fecha. Además, el doble precedente de la fase regular debería alimentar el optimismo azulgrana.
En el Buesa Arena, donde Baldwin se erigió en el triste protagonista en el epílogo con su célebre cruce de cables ante el árbitro polaco Martin Kowalski, su triunfo fue incontestable tras dominar la velada durante varios tramos con rentas cercanas a la veintena de puntos. En Belgrado compitió de forma notable a lo largo de casi 37 minutos hasta besar la lona víctima del desfondamiento de su núcleo duro.
Aquí radican precisamente los mayores miedos antes del salto inicial, mucho más sabiendo que el Baskonia afronta este domingo otra batalla en la ACB ante el Río Breogán e Ivanovic no es un técnico que destaca por guardarse cartas.
El entrenador montenegrino volvió a acortar al máximo la rotación en Bolonia en pos de una victoria trascendental. Apenas seis jugadores sostuvieron una vez más a un Baskonia en el que Rogkavopoulos, Raieste, Theodore o Chiozza no gozan de ningún tipo de confianza cuando se cuece la suerte del ganador en los partidos.
Kotsar tampoco pasa por su mejor momento en el juego interior y los problemas de espalda de Dani Díez obligaron a los pesos pesados azulgranas al enésimo sobreesfuerzo.
El Maccabi parte con un ligero favoritismo por este motivo al implicar a más jugadores en cada partido y poder llegar más fresco a los finales. Incluso se ha sacado de la chistera bien avanzada la temporada un fichaje de cierto tronío como el del alero georgiano Joe Thomasson tras abonar su cláusula de rescisión al Granada.
Más madera para un equipo en el que los roles están bien definidos y que, a la hora de la verdad, tiene a dos jugadores capaces de desequilibrar la contienda a base de talento.
Secundarios peligrosos
El díscolo Wade Baldwin y Lorenzo Brown siguen ejerciendo como líderes de un Maccabi con muchos puntos en los bolsillos pero también vulnerable si se le sabe cortar las alas y sacarle de su centelleante ritmo. Eso sí, ambos no llegan a ser en ocasiones exteriores del todo fiables.
El exbaskonista se convierte en una bomba de relojería cuando las cosas vienen mal dadas, mientras que el nacionalizado español se está mostrando en esta edición continental más irregular que de costumbre y físicamente parece no estar en su plenitud. Por ejemplo, apenas promedia un 30% de acierto en triples, aunque su capacidad para hacer mejores a sus compañeros cuando carece de acierto se halla fuera de toda duda.
Esa atracción que generan tanto Baldwin como Brown permite brillar a otros jugadores macabeos, con mención especial para Bonzie Colson, capaz de simultenear las posiciones de 'tres' y 'cuatro', o Josh Nebo, un fornido pívot que sabe jugar como pocos por encima del aro y noticia en las últimas horas tras haber sido reclutado por Eslovenia para disputar el Preolímpico.
Otros dos interiores con pasado en la ACB completan la extensa nómina de amenazas amarillas en el juego interior. James Webb abre el campo con eficacia en muchas ocasiones mientras que Jasiel Rivero también ha dejado muestras de su facilidad para hacer muchas cosas sobre la cancha.
En la cuerda exterior se han abierto paso con el paso de la campaña tanto DiBartolomeo como Blatt, quizá sin el nombre rutilante de otros pero imprecindibles dentro del proceso de maduración de un Maccabi cuyo destierro en Belgrado está mermando la capacidad para generar ingresos y dañando seriamente su tesorería.
Ya se especula con que algunas de sus estrellas podrían hacer las maletas el próximo verano. Todos los dedos apuntan en este sentido a Lorenzo Brown, a quien se ha colocado en el radar del Real Madrid.