Estos últimos años su trabajo le ha llevado hasta Alemania. ¿Ha llegado a echar raíces?
–La vida me ha llevado allí. He pasado cinco años y ahora tengo mi segunda residencia en Hamburgo. Es un país que para un periodo corto y para trabajar está bien, pero para vivir se está mejor aquí.
De hecho, últimamente se la ve mucho por Vitoria. ¿Cuál es el motivo?
–Mi sobrino crece y me lo estoy perdiendo, es mi ahijado, y mi madre se hace mayor y tenía ganas de recuperar Vitoria. Me lo pedía el cuerpo.
Recientemente ha terminado una experiencia en Alemania en la que ha dirigido al Eisvögel Friburg (2019-21) y al Saarlouise Royals (2021-23). ¿Cómo la ha vivido?
–La liga en Alemania es bastante profesional, en el sentido de organización y estructura de clubes, ya que cada equipo tiene que tener dos entrenadores profesionales que deben estar pagados acorde a la posición que tienen. Cuentas además con mucho respeto y muchas facilidades, pero lo que pasa es que luego existen carencias.
¿En qué sentido?
–A ver... A mí me costó ya que yo venía de tener en León mi propio club durante más de 20 años y llegas allí y te das cuenta de las carencias de las jugadoras. Aunque eres entrenadora profesional, tienes que hacer a la vez trabajo formación. Y es que el deporte allí no es como aquí.
¿En qué sentido?
–No son tan competitivos como nosotros, ni entienden el deporte como lo entendemos nosotros. Aquí los padres mandan a los niños a un club y allí dan más importancia al segundo idioma a tocar un instrumento y el apoyo familiar va más encaminado a esas extraescolares que al deporte en sí.
Al menos, ¿una entrenadora sí que está mejor valorada que en España?
–Económicamente sí, eso seguro. La diferencia es muy amplia y en Sudamérica aún mucho más.
“Las mujeres estamos rompiendo barreras en el deporte, pero aún queda un largo camino por recorrer”
¿Volverá a dirigir o llevar algún club alemán en un futuro?
–De momento, no lo sé. Tengo paro alemán todo lo que me queda de año. En verano tuve bastantes ofertas y ahora al venir de Paraguay, no he tenido muchas y las que he tenido desde España no me han convencido. No tengo prisa.
¿Confía en poner fin a este periodo de ‘impass’ en breve? ¿Tiene algún proyecto en mente?
–De momento, estoy tranquila. Ahora estoy escribiendo un libro y el estar así me deja mucho tiempo para escribir.
¿Un libro de baloncesto?
–Bueno sí. Autoayuda para pobres entrenadores por ahí perdidos y desperdigados como yo.
¿Ese va a ser el título?
–No, el título nos lo vamos a guardar.
Al menos estará centrado en el baloncesto...
–Sí, pero no es técnico, ni táctico. Es más mitad autobiográfico, mitad autoayuda.
"Estoy en un momento de mi vida en el que tengo muchos frentes abiertos, incluso una opción totalmente opuesta que es dejar el baloncesto y dedicarme a otra cosa"
¿Le gustaría entrenar en la Liga Endesa Femenina, algo que no ha hecho todavía?
–Sí, pero no es algo que me quite el sueño. Me gustaría, pero también estoy dándole vuelta al salto a chicos. No lo sé. Estoy en un momento de mi vida en el que tengo muchos frentes abiertos, incluso una opción totalmente opuesta que es dejar el baloncesto y dedicarme a otra cosa.
¿Se puede decir?
–Bueno, la vida me va a traer a Vitoria y si no trabajo en algo ligado al deporte, será empresarial, vinculada con mi hermano el mayor.
Hace unos meses, una mujer, su amiga Elisa Aguilar, ocupó la presidencia de la Federación Española. ¿Cómo lo valora?
–Es una pasada. Un gran paso. Que una federación top como la española, que creo que somos top 3 en el mundo, ya no solo que lo lleve una mujer, sino que la gente confíe en una mujer es muy importante. Y no lo hacen porque sea una mujer, sino que es porque está preparada y porque estoy segura de que va a ser muy buena para el baloncesto.
"Alemania tiene mucha mujer entrenadora y en baloncesto femenino hay una igualdad en el trato que no se da aquí"
Las mujeres van dando pasos, pero la ACB parece un coto cerrado hasta ahora para ellas. ¿Se romperá el techo de cristal y veremos a alguna entrenadora al frente de alguno de sus equipos?
–Es muy difícil. Eso solo puede cambiar cuando haya por ejemplo 800.000 mujeres que compren el Marca o haya presidentas o directoras técnicas en clubes ACB. Mientras el núcleo de poder sean hombres, va a ser difícil.
¿Por qué cree que no han llegado las mujeres todavía a dirigir en España un equipo de élite?
–A ver, en España tampoco hay mucha entrenadora profesional. Ahora cada vez hay más, pero en formación llega un momento que cuando acaban la carrera deciden ser madres en edades tempranas o cuando se tienen que decantar van por otro camino... Se tienen que dar una serie de condiciones que no se han dado. Es verdad que aunque estamos rompiendo barreras, queda un camino muy largo.
¿Lo tienen más fáciles en otros países o la situación y las barreras a derribar son las mismas?
–No. Alemania tiene mucha mujer entrenadora y en baloncesto femenino hay una igualdad en el trato que no se da aquí. En los países sudamericanos también hay mucho más respeto. Allí se valora la figura del entrenador y les da igual el género. Aquí en España se mira más eso.
