El Baskonia recibe este domingo a un Barcelona que está inmerso en uno de sus momentos más dulces de la temporada. Tras alcanzar la Final Four después de mostrar su oficio y jerarquía en el cruce ante el Zalgiris, el próximo desafío de los culés no es otro que mantenerse en la cúspide de la clasificación de la ACB. Esa lucha por finalizar la temporada regular en el primer puesto y gozar de un play off más llevadero pasa de manera inevitable por el Buesa, el hogar del Baskonia más brillante y ofensivo de la última década. 

En un choque entre dos colosos del baloncesto europeo donde hay en juego mucho más que un triunfo, los de Peñarroya han de superar a un conjunto que ha dado un paso al frente, en buena medida, gracias a la incorporación de Satoransky, uno de los mejores bases a este lado del Atlántico. 

El Barcelona, en su deseo de alzarse campeón de la Euroliga, vio en el elegante checo el perfil indicado para relevar a Nick Calathes y reforzar una plantilla de un valor incalculable. De esta forma, el director de juego, que ya militó en la Ciudad Condal entre 2014 y 2016, ha brindado a los de Jasikevicius un nuevo abanico de registros en el puesto de base convirtiéndose en uno de los culpables de su bonanza clasificatoria en todos los frentes.

Tras su agridulce periplo de seis temporadas en la NBA, el de Praga regresó a Barcelona durante el pasado verano como una incorporación de muchos quilates para el Barcelona. Satoransky, que ya dejó entrever su calidad justo antes de cruzar el charco hacia los Washington Wizards, necesitaba reencontrarse con su mejor versión después de no disponer del protagonismo deseado en la liga norteamericana. 

Otro motivo de su vuelta al baloncesto europeo fue, precisamente, su filosofía de juego. “Siempre he tenido los valores de un base: hacer a mis compañeros mejores en la pista, que jueguen y se lo pasen bien a mi lado. Me gusta cuando se juega bien en colectivo, cuando todos lo pasamos bien”, declaró el checo durante una entrevista en los medios oficiales del Barcelona.

Acoplado a la perfección

Su impacto en el férreo esquema del técnico lituano ha sido brillante. No en vano, es el culé mejor valorado durante esta temporada en Euroliga con 12,9 puntos de media. Además, los 14 puntos firmados en el último duelo ante el Zalgiris permitieron al Barcelona certificar su pase a la Final Four de Kaunas. Más allá de los notables registros logrados durante este curso, sus condiciones físicas son un quebradero de cabeza para los equipos que se miden al Barcelona. 

Sus 201 centímetros de estatura le permiten erigirse como una pieza robusta y difícil de defender en la dirección de juego. Es capaz de postear debajo del aro provocando numerosas faltas y obligando al equipo rival a reajustar su defensa y, además, atesora un gran porcentaje desde el exterior con un 50% de triples anotados en Euroliga. Ese poderío a la hora de anotar, sumado al exquisito manejo de balón y su generosidad a la hora de distribuir el balón, hacen de Satoransky una clara amenaza para los baskonistas. 

Además del base checo, los de Jasikevicius cuentan con un roster repleto de jugadores diferenciales en sus posiciones. En la lista de elementos a reducir por la defensa alavesa se encuentran Laprovittola, Mirotic y Vesely, quienes inevitablemente obligarán al Baskonia a dar su mejor versión. 

No hay duda de que, pese a la baja ya confirmada de Cory Higgins para lo que resta de curso tras su operación de espalda, el próximo rival a batir para los de Peñarroya dispone de una plantilla confeccionada al detalle para erigirse en el próximo campeón de la Euroliga.

El duelo ante el Barcelona será una dura piedra de toque para los directores de juego baskonistas. Especialmente para Thompson, el encargado de aportar la fluidez y la clarividencia con el balón que tanto predominan en la filosofía de juego de Peñarroya. El norteamericano, además de tener que superar en ataque a un jugador con mayor envergadura, afrontará la ardua tarea de evitar que Satoransky reparta el juego y que no cree desequilibrios actuando de espaldas al aro, algo que es precisamente su zona más letal.