El embrujo del Baskonia con el Buesa Arena, donde no perdía desde el pasado 19 de enero con el Barça, llegó a su fin ante un AS Mónaco que, a pesar de no contar con su estrella Mike James, hizo méritos de sobra para llevarse el triunfo a casa. Los de Peñarroya lo pelearon hasta el final, completaron un sólido partido, pero se vieron superados en unos minutos finales en los que Okobo sacó a relucir su calidad y los interiores visitantes ganaron la batalla física en la pintura.

Peñarroya apostó de inicio por el mismo quinteto que le dio la victoria el martes en el Wizink, con Thompson al timón acompañado por Marinkovic, Giedraitis, Hommes y Kotsar. El choque comenzó con mucho acierto para ambos conjuntos, especialmente para el Baskonia desde el perímetro. Tras anotar sus primeras canastas de dos, el conjunto gasteiztarra empezó a bombardear al Mónaco desde la línea de 6,75 metros con cinco triples seguidos, uno de Giedraitis y dos de Thompson y Marinkovic. Gracias a ello, los alaveses lograron una primera ventaja de siete puntos con el 19-12, mientras el conjunto visitante, más asociativo a causa de la ausencia de Mike James, se centraba en encontrar canastas sencillas debajo del aro. La energía de Hall y Moneke desde el banquillo permitió a los de Obradovic acercarse, pero otro triple, en este caso de Enoch, permitió a los locales cerrar el primer cuarto 28-23 arriba.

El guión cambió en la reanudación, en la que el partido perdió algo de fluidez, con muchas faltas por parte de ambos conjuntos y una temprana entrada en bonus de los azulgranas. El Mónaco sacó partido al físico de Moneke, Hall, Diallo y compañía percutiendo por dentro, subió su intensidad defensiva y fue acercándose en el marcador pese a la gran diferencia en el acierto exterior entre uno y otro equipo. Tras un parcial de 0-8, los monegascos se situaron por delante, lograron aprovechar las dudas y las dificultades baskonistas a la hora de defender su propio aro y consiguieron marcharse al descanso 47-52 arriba, una anotación muy alta teniendo en cuenta que sus porcentajes no fueron buenos desde fuera.

Máxima igualdad

El Baskonia necesitaba mejorar su defensa interior y tener más cuidado con las faltas para tener alguna opción de ganar, pero la tercera personal de Hommes nada más comenzar la segunda parte no fue precisamente esperanzadora en este sentido. Sin embargo, el Mónaco también tuvo problemas. Ouattara, el defensor elegido por Obradovic para contener a Thompson, cometió la cuarta y eso dio algo de respiro al base, que recortó diferencias con un triple y le siguieron Hommes y Howard con sendas dianas. Los tres lideraron un vertiginoso parcial de 10-0 con el que el Baskonia logró encontrar grietas en la defensa rival y volver a situarse por delante (71-64). Los monegascos, eso sí, no estaban dispuestos a tirar la toalla y se encomendaron al talento individual de Okobo y al físico y los rebotes de Hall para cerrar el tercer cuarto con un parcial de 0-7 y llegar a los diez minutos decisivos por delante, aunque por la mínima (73-74).

Con todo lo visto hasta entonces, sin ninguno de los dos equipos habiendo sido capaz de alcanzar una ventaja de dobles dígitos, el guión pedía un último cuarto apretado, y no decepcionó. Ambos equipos se fueron intercambiando constantemente al frente del marcador, con acciones ofensivas de muchos quilates en ambos lados de la cancha. Un espectáculo fantástico para el espectador neutro, pero de máxima tensión para los presentes en el Buesa Arena. Tanto Peñarroya como Obradovic pusieron toda la carne en el asador y aparecieron los genios.

Howard, desconocido en fechas recientes, calentó su muñeca y comenzó a realizar diabluras en ataque escudado por Thompson, mientras que Okobo, discreto hasta el tramo final, hizo lo propio para el Mónaco, haciendo bueno el impagable trabajo del siempre enérgico Moneke. Un triple del escolta baskonista llego poner a los locales 91-87 arriba, pero durante los tres minutos finales se les apagaron las luces y encajaron un parcial de 0-9 –siete de ellos de Okobo–, que puso las cosas muy difíciles a los azulgranas a falta de 50 segundos para el final (91-96). Recortó distancias Thompson, pero Lloyd sentenció en una acción individual y los propios Okobo y Moneke pusieron la guinda. Al final, ni siquiera el hechizo del Buesa Arena fue suficiente para contrarrestar el físico y la calidad de un Mónaco candidato a todo (93-102).