El Mundial sub-17 que se celebró el pasado verano en Málaga puso en el escaparate a la gran perla de Zaragoza, uno de esos jugadores nacidos para cambiar el destino de su deporte y cargar con el peso de toda una generación. Izan Almansa fue el MVP del torneo, pero en la España que quedó subcampeona del mundo llamó la atención la figura de Aday Mara, un chaval de 17 años y 2,18 metros al que muchos habían descubierto en la Minicopa y que asombró al mundo con sus habilidades sobre la cancha. Porque el joven aragonés, hijo de un exjugador de baloncesto y una exjugadora de voleibol, no solo es muy alto, lo que supone una ventaja, sino que tiene todas las herramientas necesarias para convertirse en alguien diferente, capaz de jugar como un grande o como un pequeño.

El Baskonia se medirá mañana a la que, si nada se tuerce, va a ser la siguiente gran estrella del baloncesto español. En Zaragoza quieren llevar con cuidado a Aday Mara, que el año pasado ya hizo la pretemporada a las órdenes de Jaume Ponsarnau y jugó como cedido en el Huesca de LEB Oro. Pero el Mundial sub-17 abrió un nuevo escenario para un jugador que aún no ha concluido sus estudios de bachiller y no puede acudir a los entrenamientos matinales al coincidir con las clases.

Derribando puerta tras puerta

Quienes mejor le conocen y han guiado sus pasos hablan de un chico que en su primer contacto con el baloncesto era tímido y algo contenido en la cancha, con miedo al contacto, y que ahora se comporta con gran madurez, pese a su edad, que ha construido una personalidad decidida y valiente y que está dispuesto a asumir todos los retos que le propongan. En el inicio de la temporada, Aday Mara no entraba en los planes del primer equipo del Casademont Zaragoza y la idea era que jugara con el junior y el filial de la Liga EBA, pese a que ya había debutado en competición europea. Pero en el partido de la cuarta jornada ante el Baskonia las bajas en el juego interior hicieron que Martin Schiller no tuviera más remedio que recurrir a él. Y el chaval pasó la dura prueba con nota altísima.

Aquel día jugó 19 minutos y firmó 8 puntos y 4 rebotes, pero sobre todo jugó con una naturalidad asombrosa en la que dejó claro que por su cabeza y su cuerpo fluye el baloncesto con gran facilidad. Y, claro, la consecuencia de ese partido fue inmediata porque era evidente que Aday Mara podía ser una pieza valiosa para un equipo en crisis. Destituido Schiller, Porfi Fisac lo tuvo claro y nombró a Mara y a su compañero de generación Lucas Langarita, también medallista en el Mundial, jugadores de pleno derecho del primer equipo. El técnico ya hizo debutar a Carlos Alocén y Jaime Pradilla en Zaragoza o al mismo Álex Reyes en Valladolid, así que ahora no iba a dudar en la apuesta por alguien que puede marcar época.

De momento, Aday Mara acumula 14 partidos en la Liga Endesa, con diez minutos de juego en los que su presencia se hace notar ya que promedia 4,7 puntos y 3,1 rebotes. Si en Estados Unidos presumen del ahora lesionado Chet Holmgren, ya en la plantilla de los Oklahoma City Thunder, o en Francia del deseado y perseguido Victor Wembanyama, como grandes dominadores de la NBA de la próxima década, el joven aragonés puede estar perfectamente a su altura y no solo físicamente. Desde sus 2,18 metros, Mara puede dominar el juego de otra manera, de dentro hacia fuera, gracias a su capacidad de pase, una virtud que no se asocia a la juventud. Solo el tiempo dictará sentencia, pero Aday Mara transmite la misma sensación de suficiencia que en su día Pau Gasol, por ejemplo.