El pasado viernes el Baskonia disputó su primer encuentro de la nueva era Joan Peñarroya, un amistoso que terminó con victoria por 81-77 para el conjunto gasteiztarra ante el Casademont Zaragoza. Eso sí, poco se parecerá el equipo que saltó a la cancha en Logroño al que dispute el primer encuentro oficial de la campaña 2022-23 el próximo 30 de septiembre contra el Unicaja, ya que todavía faltan cinco jugadores por incorporarse al grupo: Dani Díez, baja tras haber sido operado de apendicitis al inicio de la pretemporada, y los internacionales Rokas Giedraitis, Sander Raieste, Maik Kotsar y Vanja Marinkovic, que regresarán a Vitoria a medida que termine su participación en el Eurobasket.

A ello habrá que sumarle la contratación de un jugador exterior en la que el club está trabajando en estos momentos, por lo que solo se ha podido ver en acción a siete de los trece jugadores que integrarán la plantilla azulgrana esta temporada. Sin embargo, en el choque contra el Casademont Zaragoza ya se comenzaron a vislumbrar algunas de las señas de identidad que pretende imprimir Joan Peñarroya al equipo este curso, con el objetivo de recuperar la ilusión de los aficionados y, como dijo el técnico en una entrevista concedida a este periódico, “volver a llenar el Buesa Arena”.

Uno de los aspectos a destacar más evidentes fue la apuesta por los jugadores de la cantera. El entrenador catalán contó con los jóvenes del filial Pirela, Maiza, Querejeta, Silverstrom y Sow como si fueran tan parte de la plantilla como los siete profesionales del primer equipo y compensó su trabajo en los entrenamientos otorgándoles una interesante suma de minutos a todos ellos a lo largo del encuentro –no solo en los últimos minutos como se hace en otras ocasiones–. Además, los canteranos respondieron con cuatro puntos de Sow, tres de Silverstrom y dos de Maiza.

Peñarroya siempre se ha caracterizado por apostar por los jugadores jóvenes y diseñar rotaciones amplias, y ambas cosas se cumplieron en el primer amistoso, en el que los doce jugadores convocados fueron desfilando por la cancha con continuos cambios y varios quintetos diferentes a lo largo del choque. Raieste, Kurucs y Sedekerskis, que apenas contaron con oportunidades bajo el mando de Spahija, tendrían a buen seguro más protagonismo si estas amplias rotaciones se mantienen, mientras que las puntas de lanza del equipo contarían con más tiempo para recuperar oxígeno.

Cabe mencionar, por otro lado, que Kurucs jugó en el puesto de escolta contra el Zaragoza, acompañado siempre de un base y amenazando desde el perímetro, por lo que parece que en principio Peñarroya lo considera un dos y no un uno, donde ha ejercido en campañas anteriores. Habrá que esperar a la llegada de Marinkovic y al último fichaje para ver si esto es algo temporal o se mantiene a lo largo del curso.

RITMO ALTO

En cuanto al juego del equipo, cabe destacar que el conjunto gasteiztarra buscó siempre que pudo anotar en transición y llegar rápido al aro contrario, dando así pocas oportunidades de reorganizarse al rival. En más de una ocasión se vio a Peñarroya en la banda incitando a su equipo a poner el balón rápido en juego tras recibir una canasta del rival, aprovechando la nueva normativa según la que ya no es necesario que el árbitro toque el esférico antes de los saques. En caso de no encontrar esa oportunidad para anotar rápido, el equipo se toma con más calma el resto de la posesión e intenta anotar mediante sistemas, opción con la que le costó más sumar puntos.

Por último, otro detalle significativo que se pudo apreciar fueron las instrucciones constantes que dio Peñarroya desde la banda a sus jugadores, intentando tener bajo control el sistema que se jugaba en cada momento e incluso la contemporización de los bloqueos ofrecidos por los interiores. El catalán tiene las ideas claras y cuenta con cuatro amistosos más por delante para que sus jugadores también las tengan antes de que comience el fuego real.