Youssoupha Fall forma parte junto a Dragic, Jekiri, Henry y Polonara de la poblada diáspora baskonista que pasó el pasado verano de vestir los colores azulgranas a defender la camiseta de otro conjunto de la Euroliga. El caso del senegalés, sin embargo, tiene sus peculiaridades respecto al resto, simplemente por el perfil del jugador, que, con 2,21 metros de altura, rema a contracorriente de un baloncesto con pívots cada vez más móviles y capaces de jugar lejos de la zona.
Youssoupha Fall fue una apuesta de la dirección deportiva baskonista en el verano de 2018, después de que el interior hubiera completado una gran temporada en el Le Mans francés. El club vio en el poderoso senegalés con pasaporte francés una posibilidad de que el Baskonia tuviera su propia versión de Walter Tavares, que por entonces ya era uno de los pívots más dominantes del panorama europeo por sus 2,20 metros de altura, su capacidad para jugar el pick & roll y su control de los dos aros, tanto con rebotes como con su capacidad para intimidar y condicionar las penetraciones del conjunto rival. Fall, por sus condiciones físicas, era el jugador que más podría parecérsele al pívot madridista, pero todavía estaba muy verde en cuanto a técnica y fundamentos.
Por ello, se decidió cederlo de nuevo a la liga francesa, en este caso al Strasbourg, para que se curtiera antes de regresar a Vitoria para disputar, esta vez sí, la temporada 2019-20 con el conjunto gasteiztarra. Ese año dio muestras de su potencial con algunos buenos partidos y un promedio de 5’8 puntos y 4’8 rebotes en la Euroliga, aunque en la burbuja de Valencia tras el parón por el covid-19 sufrió una lesión en el pie y no pudo ser partícipe del título liguero de su equipo.
El curso 2020-21 fue por derroteros similares. Cada vez que saltaba a la cancha, su presencia y sus centímetros se hacían notar, anotaba con facilidad, pero condicionaba el juego del resto del equipo. Para brillar, Fall necesitaba que el equipo le surtiera con buenos balones al poste, y ese juego distaba mucho de las eléctricas transiciones que pretendía Dusko Ivanovic. Anotando y defendiendo en la pintura se encontraba cómodo, pero el montenegrino le pedía abandonarla para defender a jugadores con tiro exterior en los cambios automáticos y ahí se veía totalmente superado, al igual que en las transiciones, en las que le suponía un gran esfuerzo tanto atacar al contraataque como recomponerse en defensa.
Al final, a pesar de promediar 7 puntos y 3,2 rebotes en algo más de 11 minutos por choque en la Euroliga, Ivanovic entendió que no encajaba con el perfil de pívot que él necesitaba y que el senegalés restaba más de lo que sumaba cuando estaba sobre el parqué, por lo que decidió terminar con el experimento que había comenzado el club tres años atrás y apostar por interiores más pequeños, finos y versátiles como Enoch, Costello y Nnoko. En este escenario apareció el LDLC Asvel, que ya había funcionado con otro gigante como Moustapha Fall, y se lanzó a por el otro Fall, al que ya había visto competir en la liga francesa, con la intención de que cogiera su relevo.
A pesar de que el club de Tony Parker parecía un lugar más idóneo para Youssoupha por su estilo de juego más pausado y físico, la realidad es que al ex del Baskonia, que se medirá a su antiguo equipo mañana a las 20.30 horas en el Buesa Arena, tampoco termina de dar un paso al frente y convertirse en el pívot dominador que el cuadro gasteiztarra esperaba conseguir cuando apostó por él. En el cuadro francés registra números similares e incluso un poco por debajo de los que realizó en Vitoria-Gasteiz, con 4,8 puntos y 3,5 rebotes en 11 minutos de media en la Euroliga.
Comenzó bien la temporada, siendo titular y quedándose cerca del doble doble en el primer partido contra el Zalgiris, con 12 puntos y 9 rebotes, pero su rol y su irregularidad siguen siendo los mismos que en Vitoria. Algunos partidos concretos como el del CSKA o el del Estrella Roja, ya sea por el juego del rival y el perfil de sus pívots o por acierto puntual, parecen venirle mejor al enorme interior, ya que registró dobles figuras contra dichos conjuntos, mientras que en otros, como los cuatro duelos en los que ha terminado con una valoración por debajo de los cero créditos, se convierte en el talón de Aquiles de su equipo.
Aunque hasta ahora los encuentros en los que no ha logrado dar la talla superan a los que ha conseguido destacar, Fall sigue siendo un recurso impredecible y muy difícil de frenar cuando tiene el día, por lo que el Baskonia deberá andarse con cuidado. El mismo daño que Enoch y Costello pueden hacerle con su lanzamiento desde el perímetro y sus penetraciones, se lo puede devolver el senegalés con esos más de diez centímetros en los que aventaja a todos los pívots de Spahija. Su presencia, desde luego, no pasará desapercibida para quien se acerque al Buesa.
El senegalés, que llegó al Baskonia en 2018, fue un descarte de Ivanovic el pasado verano por no encajar en su perfil de pívot
Fall promedia hasta ahora 4,8 puntos y 3,5 rebotes con el Asvel en la Euroliga, cifras menores a las registradas durante su etapa en Vitoria