Posee un aspecto extravagante con parte del pelo teñido de azul, pero cuando entra en la pista se convierte en un volcán en erupción capaz de cualquier cosa. Jasiel Rivero, a sus 27 años uno de los jugadores de moda hoy en día dentro de la Liga Endesa, vuelve a amenazar esta tarde el, en los últimos tiempos, endeble juego interior del TD Systems Baskonia. El versátil poste cubano del San Pablo Burgos es alguien de ingrato recuerdo para el equipo vitoriano, al que ajustició en el choque de ida celebrado en el Coliseum tras aquel palmeo sobre la bocina que subió el definitivo 91-89 al marcador.

Muchos meses han pasado desde entonces y la cotización del estelar cuatro-cinco en manos de Joan Peñarroya continúa subiendo como la espuma. No en vano, esta temporada ha dado un salto exponencial en su rendimiento y ya promedia unos notables 13 puntos y 6 rebotes en la ACB, de ahí que pueda agotar en breve su ciclo en una modesta entidad donde acaba contrato el próximo 30 de junio.

El principal referente del Burgos se encuentra ya en el radar de clubes de cierta alcurnia en Europa, aunque tampoco es descartable que decida probarse en las Ligas de Verano de la NBA -allí se especula con un interés de Dallas Mavericks por sus servicios- para tratar de cruzar el charco. En ese caso, se convertiría en el tercer cubano en hacer realidad el sueño americano tras las aventuras protagonizadas por Andrés Guibert en los Timberwolves (1993-95) y Lázaro Borrell en los Sonics (1999-2000).

Rivero es actualmente el segundo baloncestista cubano que compite en la Liga Endesa tras Javier Justiz (Casademont Zaragoza). Criado en las calles de La Habana, sus inicios en el mundo del deporte se produjeron en el mundo del voleibol, pero una conversación entre su padre y el entrenador de baloncesto del polideportivo municipal próximo a su casa de Boyeros cambió su destino para siempre.

Bajo la tutela de Reynaldo Calvo, conoció los duros gajes del oficio y evolucionó lo suficiente como para poder vivir del baloncesto. Antes de su desembarco en tierras castellanas, la carrera profesional de Rivera no fue precisamente un cuento de hadas y, como vulgarmente se dice en estos casos, necesitó picar mucha piedra.

El humilde Capitolinos de La Habana, un club amateur donde percibía 38 dólares como retribución, se le quedó enseguida muy pequeño. Tras darse a conocer en el Centrobasket de 2014 en Nayarit, emigró al Club Atlético Tabaré de Uruguay en la campaña 2015-16. Su crecimiento se vio interrumpido a los pocos meses debido a la fractura del quinto metatarsiano del pie. Una lesión que precedió su desembarco en el Estudiantes de Concordia de la Liga Argentina, donde recayó y con el que no volvería a competir hasta noviembre de 2017 tras la decisión tomada por la Federación cubana de repatriarle y retenerle durante 18 meses en el país.

Rivero se incorporó al adversario baskonista de esta tarde bien avanzado el ejercicio 2018-19 después de una fructífera cesión en el Boca Juniors, con el que se convirtió en el máximo anotador de la competición argentina. Durante los primeros meses en el Coliseum, el poste de 2,06 metros y 27 años tan solo disputó la competición europea de la FIBA ya que el Burgos disponía en aquel momento de tres extracomunitarios en su roster.

Desde entonces, el cuadro castellano y Rivero han crecido de la mano hasta alcanzar grandes hitos como la pasada semifinal de la Liga Endesa en la fase excepcional de Valencia o los meritorios títulos de la Champions y la Intercontinental. Para combatir el intenso frío de la capital burgalesa, Rivero no ha dudado en crear una especie de hábitat caribeño en su casa donde la temperatura nunca baja de 27 grados.

El cubano es la punta de lanza de un San Pablo Burgos con latentes amenazas en el perímetro como los bases exbaskonistas Cook y Renfroe o Vítor Benite, un escolta al que se le caen los puntos de los bolsillos. Un rival sumamente peligroso que, tras su reciente victoria ante el Joventut, ha igualado ya al Valencia Basket en la pelea por la quinta posicion. Incluso no es descabellado pensar que, en función de cómo discurran las últimas jornadas de la fase regular, los pupilos de Peñarroya puedan ser el primer escollo del Baskonia en su pedregoso asalto a la quinta corona liguera de la historia.

Empezó ganando 38 dólares en un club amateur de La Habana; antes de recalar en Burgos tan solo ha jugado en Uruguay y Argentina