De no dejar atrás Luca Vildoza sus problemas en la espalda ni mover ficha las altas esferas en el mercado, un anhelo cada vez complicado en este contexto de pandemia y con los ingresos gravemente reducidos, el TD Systems Baskonia lleva camino de agravar una situación ciertamente límite en el timón. Un día sí y al siguiente también, Pierria Henry debe disfrazarse de bombero para sofocar los incendios mientras no encuentra algún escudero fiable que le descargue de responsabilidad en los partidos.

El base estadounidense, sin duda alguna el hombre franquicia de la entidad alavesa en este instante y al que pueden llover las millonarias ofertas al final de esta temporada de mantener su estado de gracia, pide ya clemencia en cuanto al minutaje otorgado por Dusko Ivanovic. Desde que Luca Vildoza quedara fuera de combate por sus problemas de lumbalgia, Henry sostiene en sus manos todo el peso de una dirección azulgrana cogida con alfileres.

Casi 32 minutos de media en los últimos cinco duelos para un jugador absolutamente desequilibrante que se ha echado el equipo a su espalda de una forma admirable. Sin embargo, el de Virginia Occidental corre el serio riesgo de acabar en un balneario si estos esfuerzos sobrehumanos se prolongan demasiado en el tiempo.

Completamente fundido y con gestos inequívocos de que se le había agotado por completo la gasolina, Henry vio desde el banquillo los dos últimos minutos del reciente compromiso liguero ante el Real Betis. Ivanovic apostó por un quinteto revolucionario que ningún aficionado baskonista podía haber imaginado para sentenciar un partido integrado por Sedekerskis, Giedraitis, Polonara, Peters y Jekiri.

Lo cierto es que al técnico montenegrino ya le resulta imposible parchear la sensible ausencia de un Vildoza que intentó sin éxito subirse al barco azulgrana en el segundo cuarto de la áspera velada celebrada el sábado en San Pablo. Al albiceleste, más cohibido de lo que sueler ser costumbre, se le vio arrastrarse de mala manera por la pista durante ese corto intervalo siendo una pequeña sombra del jugador que todo el mundo conoce.

Ello se tradujo en el enésimo atracón de minutos para Henry, de nuevo el salvador de un Baskonia al que sostuvo por sí solo con alguna canasta de fantasía. Fue una pelea de él solo contra el mundo con un desenlace feliz, aunque un rival tan limitado como el Betis también puso su granito de arena.

experimentos con gaseosa Desde que la espalda de Vildoza dijo basta, el norteamericano se ha metido entre pecho y espalda 32 minutos en las visitas al Real Madrid y Anadolu Efes, 30 en el derbi vasco ante el Gipuzkoa Basket, 35 frente el Maccabi y, por último 29 el sábado en la salida a tierras sevillanas. Un desgaste inhumano que, previsiblemente, pueda acusar más adelante cuando lleguen los momentos de la verdad y se necesite frescura.

Encontrar una pequeña rendija para dosificar a un timonel que está alcanzando en su segunda campaña en Vitoria un asombroso nivel de confianza se ha convertido en una tarea para titanes. Ivanovic probó fortuna en primera instancia con un Kurucs todavía demasiado verde para llevar la batuta de un transatlántico como el baskonista y más cómodo ejerciendo como escolta.

Dragic también ha desempeñado puntualmente la función de base con tan poca fortuna como el letón. Por último, el sábado fue Sedekerskis el encargado de subir en los segundos finales el balón a la pista contraria en una determinación de Ivanovic con más aroma a huida hacia adelante que genialidad táctica.

Nadie como Henry para llevar la batuta de un Baskonia con un calendario frenético a la vuelta de la esquina pero también necesitado de algún escudero. Discutido en varios tramos del pasado curso por su gestión de los minutos finales, su lectura del juego o incluso su sospechosa muñeca, Henry es hoy en día un seguro de vida a todos los niveles con un liderazgo conmovedor.

Si atrás establece un elevado listón en la vertiente física gracias a una envergadura muy superior a la de todos su pares, adelante marca la diferencia con sus eléctricos cambios de dirección, su eficacia en las suspensiones y su desequilibrio en el uno contra uno. Uno de los bases más dominantes del Viejo Continente que en Vitoria, eso sí, se encuentra solo ante el peligro.