n 2008, el Bilbao Basket decidió hacer una apuesta de futuro y fichar a uno de los jugadores más prometedores del momento, el griego Nikos Pappas. Fue un movimiento acogido con mucha ilusión y pasó a convertirse en una situación surrealista. El joven talento fue cedido el primer año al filial del Real Madrid y los dos siguientes al Kolossos Rodas. Es decir, pasó tres temporadas de cesión antes de rescindir el contrato sin jugar ni un solo minuto oficial con los hombres de negro. Los caminos se separaron. El Bilbao Basket vivió una completa reestructuración que le hizo pasar por la LEB Oro y Pappas creció como jugador hasta llegar a las filas del Panathinaikos. Este año, el conjunto ateniense decidió prescindir del escolta, quien optó por hacer otro giro inesperado en su carrera, mantenerse en el club pero en la sección de baloncesto de silla de ruedas.
Aunque este fichaje se trata más de un movimiento simbólico que de una incorporación para contribuir en la cancha. Pappas sigue buscando equipo y cuando lo encuentre no podrá compaginar las dos actividades.
El escolta heleno está muy vinculado a la sección de silla de ruedas y no es extraño verle cerca de ese entorno. Ya entrenó en alguna ocasión con el equipo y también presenció partidos desde el banquillo. "Pues todavía sigo siendo jugador del Panathinaikos€ Para mí es un honor ser parte de la sección de baloncesto en silla de ruedas. Es más que un equipo para mí, es como una familia. Aunque no pueda jugar ni un segundo, esta invitación es una gran alegría", apuntó Pappas cuando se oficializó su fichaje.
El heleno ocupará una de las dos fichas reservadas para jugadores sin ninguna discapacidad. Así, en caso de jugar, lo haría con una puntuación de cinco puntos, la máxima posible en el baloncesto en silla de ruedas. Esta norma no se da en todos los países y, por ejemplo, en la División de Honor en la que juega el Fundación Vital Zuzenak no está permitido que haya jugadores con una puntuación superior a los 4,5 puntos. El escolta griego tampoco podría ser de la partida en las competiciones europeas ya que no está permitido que los jugadores sin discapacidades participen en ellas.
A pesar de que formará parte de la plantilla, será extraño ver al escolta disputar un partido oficial con el Panathinaikos de baloncesto en silla de ruedas. El jugador mantiene sus negociaciones y su carrera tiene muchos visos de continuar en el extranjero, lo que haría imposible que acudiera incluso a presenciar los partidos. Aun así, con este giro, el griego logró uno de sus objetivos y del club: dar más visibilidad a este deporte y, concretamente, a la sección del equipo ateniense.