- El farragoso culebrón en que se ha convertido el futuro de Pierria Henry entra definitivamente en sus horas decisivas y el Baskonia quiere conocer cuanto antes lo que sucederá con uno de los artífices de la conquista del apoteósico entorchado liguero en Valencia antes de tomar otras decisiones que atañen a la configuración definitiva de la plantilla. Las cartas ya están marcadas encima de la mesa respecto a un base que deberá aceptar el ajuste salarial propuesto por el club para seguir en Vitoria las dos próximas temporadas.

El difícil escenario generado por la pandemia ha abierto un nuevo escenario sobre la permanencia de Henry, una ambiciosa apuesta durante el pasado verano en lo deportivo y lo económico por parte del Baskonia procedente del Unics Kazan que ha dejado sensaciones encontradas a lo largo de su primer año como azulgrana. Obligado a hacer recortes y ante la reducción presupuestaria prevista para el ejercicio 2020-21, a la entidad vitoriana le resulta ya imposible afrontar un salario como el que ofreció hace doce meses para dejar Rusia al norteamericano, cuyo rendimiento en la vertiente ofensiva tampoco ha sido el esperado a la hora de disponer de una cotización tan importante como la actual. De ahí que ambas partes se encuentren inmersas en este instante en el clásico tira y afloja para desenredar un entuerto que condiciona la planificación del nuevo proyecto.

El Baskonia está vivamente interesado en la continuidad de Henry, pero a poder ser a un precio más razonable y ajustado al mercado. En la acera de enfrente, el director de Virginia Occidental no está dando las facilidades esperadas y se resiste a estampar su firma en un nuevo contrato que tendría la misma duración que el suscrito por ambas partes hace un año. En aquel momento, club y jugador se ataron por tres años, aunque como avanzó DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA el pasado 25 de mayo dicho vínculo incluía una cláusula de corte que el Baskonia podía ejecutar durante los diez días siguientes a la finalización de esta temporada.

Las dos partes acordaron recientemente ampliar dicho plazo y el Baskonia confía en que Henry termine plegándose a sus deseos con el fin de satisfacer la voluntad de Ivanovic, para quien el estadounidense constituye una pieza capital debido a sus excelentes dotes defensivas y su poderoso físico, muy superior al de cualquier otro base hoy en día dentro del Viejo Continente. Diversas fuentes cifran en dos millones de dólares el montante de los emolumentos a percibir por Henry hasta la conclusión de la campaña 2021-22, unas cantidades astronómicas que el Baskonia desea rebajar por todos los medios ante la difícil coyuntura económica que se avecina a corto plazo debido a la drástica pérdida de ingresos.

Dando por sentado el compromiso y la intachable actitud del norteamericano dentro y fuera de la pista, la necesidad de una reducción salarial también viene motivada por su inestable rendimiento ofrecido en labores atacantes. Y es que Henry evidenció la pasada campaña lagunas evidentes a la hora de organizar y dar sentido al ataque azulgrana con una lectura del juego por momentos muy desafortunada. También ha sido flotado por sus pares de forma descarada en muchas ocasiones ante la poca eficacia de su sospechosa muñeca desde la larga distancia.

Carencias muy evidentes que, eso sí, se han visto compensadas con creces gracias a un sobresaliente ardor atrás, su rapidez de manos a la hora de robar balones y una notable capacidad para colocar un altísimo listón a nivel físico desde que el base contrario pone el balón en juego. Puesto todo ello en la balanza, la conclusión en los despachos del Buesa Arena es que la relación calidad-precio se encuentra claramente descompensada.

El Baskonia tampoco está dispuesto a cometer locuras para retener a Henry. Básicamente porque, junto al recién llegado Alec Peters, ocupa unas de las dos plazas de extracomunitario permitidas en la Liga ACB y ese es un mercado muy amplio en el que la secretaría técnica azulgrana podría encontrar sustitutos de garantías a un coste mucho más asumible para sus arcas. La firma del estadounidense en el nuevo contrato que le fue enviado hace tres días continúa haciéndose de rogar y, por tanto, aún no llega la ansiada fumata blanca.