- Ocho meses después de que el 27 de septiembre del año pasado se rompiera fortuitamente el tendón de Aquiles de su pierna izquierda en el segundo minuto del primer partido oficial de la temporada ante el Estudiantes en un avance hacia canasta, Jayson Granger ha puesto fin a su calvario. El base uruguayo llevaba varios días entrenándose junto al resto de sus compañeros en el BAKH y ayer recibió el alta médica que le habilita para alistarse como nuevo soldado de Dusko Ivanovic en la pelea por el título liguero.

Tras recuperar días atrás a Luca Vildoza, el técnico montenegrino dispondrá de otro refuerzo de lujo en esta recta final de temporada donde el Baskonia encara el desafío de conquistar el título en la fase final de la ACB. Apreciada la gravedad de la enésima lesión que prolongó su mal fario desde su desembarco en Vitoria, parecía impensable que Granger llegara a tiempo de reaparecer este curso y disputar los que previsiblemente serán sus últimos minutos como integrante azulgrana -acaba contrato el 30 de junio y su continuidad se antoja una quimera-, pero el parón derivado del coronavirus ha favorecido tanto sus intereses como los de un equipo vitoriano con cinco bases en estos momentos si se incluye a Pierria Henry, Sergi García y Arturs Kurucs.

"Es una sensación increíble, no solo por estos ocho meses de ausencia sino por el tiempo atrás de tanto dolor y sufrimiento. Volver a sentirme persona, levantarme sin dolor, poder disfrutar, saltar, correr... Es una sensación muy linda de vivir", reconoció ayer el charrúa, atacado de forma inmisericorde por toda clase de percances físicos durante su desafortunado trienio en el Baskonia procedente del Anadolu Efes.

Granger admitió que ya está adquiriendo "un poco más las sensaciones" que debe tener cualquier baloncesto antes de regresar a las canchas tras un parón tan prolongado. Las triples sesiones con el preparador físico Oskar Bilbao han servido para acelerar su puesta a punto a la espera de los entrenamientos grupales que devuelvan la ansiada normalidad al trabajo. Es evidente que el uruguayo adolece de ritmo y no estará en condiciones de brindar una inestimable ayuda al Baskonia, pero al menos arde en deseos de ser uno más del día a día azulgrana y ver por fin la luz al final del túnel.

"Me lo he tomado como un reto. Aproveché muchísimo este tiempo de confinamiento para trabajar y pasar tiempo con la familia, aunque tenía el objetivo de recuperarme lo antes posible. Puse lágrimas y dolor para conseguir este objetivo y las sensaciones son muy gratificantes. Estoy muy contento de estar aquí", confesó Granger, cuya vuelta deja al Pato Garino como único inquilino de la enfermería alavesa y obligará a Dusko Ivanovic a efectuar descartes antes de cada encuentro.

Disputar algunos minutos en la próxima fase final de la ACB sería, a juicio del base-escolta nacido en Montevideo hace 30 años, "un regalo muy lindo personalmente" teniendo en cuenta que durante las tres últimas temporadas ha sido más noticia por sus continuos pasos a la enfermería que por sus canastas y el buen juego. "Después de tanto sufrimiento, me gustaría estar en una cancha disfrutando otra vez y sobre todo vestir esta camiseta que no he tenido la suerte de hacerlo en buenas condiciones", corroboró Granger, que "extrañaba" esa sensación de estar con "mi segunda familia".

"Poder jugar algunos minutos esta temporada sería un lindo regalo a nivel personal"

Jugador del Baskonia

"Puse lágrimas y dolor para volver lo antes posible y las sensaciones son muy gratificantes"