- La crisis del covid-19 cambiará radicalmente los parámetros del baloncesto que regían hasta ahora en el mercado de fichajes. Este verano no habrá margen para traspasos sonados, los clubes modestos tratarán de deshacerse como sea de las fichas más pesadas en medio de una economía de guerra, las ofertas a los jugadores serán presumiblemente a la baja y, sobre todo, una máxima como la apuesta por la juventud imperará en los despachos de todos los dirigentes. Algunos de ellos ya han salido a la palestra para anunciar drásticos recortes presupuestarios, de los que no se librarán ni siquiera los grandes transatlánticos de la canasta ante la considerable pérdida de ingresos en diferentes áreas.

El Baskonia ya se prepara para tiempos de máxima incertidumbre en los que la opulencia pasará a mejor vida, tocará apretarse el cinturón y confiar en la progresión de canteranos que esta temporada han actuado lejos de Vitoria en calidad de cedidos. La promoción de sus jóvenes constituye una vieja aspiración de Josean Querejeta y todo su equipo de trabajo capitaneado por Alfredo Salazar, aunque a la hora de la verdad tan solo Ilimane Diop se ha asentado últimamente con cierta continuidad en un primer equipo donde la exigencia es máxima.

Porque hoy en día no vale cualquiera para dar la cara en dos competiciones tan difíciles como la ACB y la Euroliga. A muchos técnicos amarrateguis a promesas todavía excesivamente verdes, de ahí los apuros del club azulgrana para que sus diamantes en bruto sigan la inolvidable estela de carismáticos iconos que marcaron un antes y un después en la capital alavesa a lo largo de décadas anteriores. El vallisoletano Miguel González, que apuntaba muy alto tras conseguir la medalla de plata con España en el Europeo sub-20 pero ha sido completamente intrascendente en la cuerda exterior, constituye el mejor ejemplo del serio peligro de fiar la suerte de un proyecto a la explosión de los canteranos.

Sin embargo, el Baskonia es consciente de que se avecinan tiempos muy difíciles a partir de ahora y deberá recurrir casi por obligación a la savia fresca. Dusko Ivanovic, el elegido para pilotar el proyecto correspondiente a la temporada 2020-21, tendrá la recomendación de que los jóvenes no sean jugadores de simple relleno como hasta ahora sino que entren en la rotación con cierta continuidad, sobre todo en el frente doméstico donde la competencia no es tan fiera. Siempre, eso sí, que ofrezcan unas ciertas garantías de éxito, ya que todavía está por ver si el nivel de los elegidos para formar parte de la plantilla azulgrana se encuentra a la altura de las circunstancias.

Los nombres de Arturs Kurucs y Sander Raieste, dos jóvenes que han inscrito su nombre en el próximo draft de la NBA, aparecen ya en todas las quinielas para figurar a las órdenes del montenegrino, que deberá hacer más con menos si finalmente acepta el reto de renovar su vínculo. La política de cesiones emprendida el pasado verano por el Baskonia incluyó a ambos, Tadas Sedekerskis (Neptunas Klaipeda), Jurij Macura (Mega Bemax), Jonas Paukste (Bodegas Rioja Vega) y Daniel Bordignon (Igualatorio Cantabria Estela).

El base letón (20 años) fue enviado al VEF Riga de su país natal, mientras que el alero estonio (21) también dio con sus huesos en su país de nacimiento, concretamente el Kalev/Cramo. Ambos se han codeado en competiciones importantes y deberían estar preparados para el reto de disputar minutos de calidad en Vitoria. Mientras Kurucs -hermano del exbarcelonista Rodions y ahora integrante de los Brooklyn Nets- evidenció en la Basketball Champions League de la FIBA que ya tiene el desparpajo suficiente para jugarse balones calientes, Raieste -un tres alto carente de una mano solvente y un gran físico- no progresó tanto como se esperaba en la VTB League que engloba a los mejores equipos del Este de Europa. A favor de su presencia en el primer equipo también figura su condición de cupos de formación tras haber aterrizado hace años en Vitoria mediante sendos contratos de larga duración. El Baskonia entiende que la experiencia cogida este curso les vendrá de perlas para ser jugadores de cierta utilidad. No primeros espadas sobre los que, quizás, sustentar el éxito pero sí hombres de rotación que terminen de pulirse bajo la batuta de Ivanovic.

Mientras Kurucs y Raieste tendrán una butaca fija en el vestuario de la próxima campaña, algo más incierta se presenta la situación de Tadas Sedekerskis y Miguel González. El lituano no acaba de dar el paso al frente en su carrera tras ser un joven desequilibrante en categorías inferiores, mientras que otro año en blanco para el vallisoletano como el que acaba de dejar atrás sería muy perjudicial para el alero y el propio Baskonia. La vía de una nueva cesión se contempla en estos dos últimos casos, aunque la necesidad de contar siempre con cuatro cupos en la plantilla para la ACB y la evolución del mercado estival podrían propiciar que alguno se quede en el Buesa Arena.

Los dos jugadores bálticos se han fogueado este curso en sus países natales siendo el base-escolta mucho más protagonista que el alero

El club también deberá resolver la situación de Miguel González y Tadas Sedekerskis, que continúa sin progresar lo esperado