- A las 9.20 horas, protegido por una mascarilla y guantes, Miguel González enfilaba el pasillo que le conducía desde el aparcamiento a la entrada de la ciudad deportiva baskonista, ya ataviado con la ropa de entrenamientos. Tras ser pertinentemente acreditado para poder acceder al recinto, se sometió a una toma de temperatura, una desinfección de manos y se fue directo al parqué para, en solitario -con la única compañía de un técnico y la vigilancia de Dusko Ivanovic, quien llevaba una hora en la instalación preparando todo el trabajo del día- y en una de las seis canastas habilitadas, completar una sesión de 75 minutos de baloncesto y gimnasio que suponía el primer paso del camino hacia la normalidad para el equipo azulgrana después de 63 días sin haber podido disfrutar de su queridísimo balón, que ayer llenó de nuevo con su sonido Baskonia Kirol Hiria, a la espera de que se pueda lanzar al aire en unas semanas en competición oficial.
El preciado objeto, no obstante, fue compañero de llegada de algunos integrantes de la plantilla, como el siempre alegre y extrovertido Pierria Henry, quien sigue con marcas claras en el pómulo de la fractura que sufrió hace meses. Con las botas en la mano, una mochila y algunos también con esterillas, ya que todos debían llegar ya cambiados de sus domicilios. A intervalos de diez minutos y divididos en dos bloques, ingresaban en la instalación por la puerta principal y prácticamente hora y media después abandonaban la misma por un acceso secundario directamente desde la cancha.
Una de las novedades en esta vuelta al trabajo fue la presencia de un Arturs Kurucs que, finiquitada la temporada en Letonia, queda de nuevo integrado en la disciplina baskonista de cara al final del curso. Una fase de adaptación de lo que será su presencia definitiva en el primer equipo la próxima campaña. De momento, el joven exterior báltico se pone a las órdenes de Dusko Ivanovic y podría ser utilizado en la Liga ACB, ya que en la Euroliga ya no se permite la inscripción de nuevos jugadores.
Con Kurucs, son dieciocho jugadores los que integran en estos momentos la plantilla baskonista, en la que también se encuentran otros jóvenes como Lautaro López o Ajdin Penava. Pero hay un caso peculiar que tiene bastante complicado, por no decir imposible, vestir de nuevo la camiseta azulgrana. Y es que, mientras que Zoran Dragic regresó durante la madrugada de ayer a Vitoria procedente de Eslovencia, donde ha pasado el confinamiento, el retorno desde Estados Unidos de Semaj Christon se antoja prácticamente imposible. Más aún cuando desde hoy mismo se aplicará una cuarentena de catorce días para aquellos que accedan al país desde el extranjero. Mientras que Dragic se sometió ayer a las pruebas médicas que sus compañeros pasaron en días precedentes, la relación de Christon con el Kirolbet podría verse finiquitada en los próximos días antes las dificultades que presenta su retorno.
Entre quienes regresaron ayer al trabajo, que será individual esta semana y la siguiente, se encuentran también los tres lesionados de larga duración para los que ya se daba la temporada por finiquitada. Durante estos días, Luca Vildoza, Jayson Granger y Patricio Garino serán sometidos a las pruebas físicas correspondientes para conocer en profundidad cómo van sus respectivas recuperaciones y si podrían volver a jugar en una semanas.
Dragic llegó de madrugada y se sometió a los exámenes médicos, mientras que el regreso de Christon a Vitoria se antoja casi imposible
Arturs Kurucs queda desde ya integrado en la disciplina del primer equipo como primer paso a su presencia fija la próxima temporada