Vitoria - Tras recibir un certero pase de Henry, adelante resolvió Janning con una frialdad pasmosa y ese instinto asesino propio de un killer que se le ha resistido en toda la temporada. Sin embargo, todo el trabajo aún no estaba hecho y Shengelia remató a renglón seguido la faena en labores de contención con un soberano tapón a Sikma que enardeció a las masas. A falta de baloncesto, el Baskonia opuso carácter para sobrevivir en la Euroliga con una alegría casi milagrosa ante el Alba. Triunfo in extremis y teñido de mucha fortuna que multiplica la moral de un grupo golpeado nuevamente por las lesiones, en este caso Dragic y Shields, ausentes ayer dejando el perímetro bajo mínimos.
De estar virtualmente eliminado en la Euroliga a seguir más vivo que nunca pese a la fatalidad y tres infernales cuartos iniciales que le asomaron al abismo. Fue el triunfo del corazón y la fe en un Buesa Arena que pasó de la frustración más absoluta al éxtasis tras un apoteósico minuto final. Tras remontar 17 puntos (36-53), el Baskonia continúa agarrado con uñas y dientes a la máxima competición, donde cualquier jornada puede deparar una emboscada mortal de necesidad. La visita del Alba lo fue, aunque el cuadro vitoriano supo sufrir hasta dar con la tecla de la remontada gracias a un quinteto sin hombres altos. Más allá del subidón final, el partido dejó más sombras que luces y ante cualquier otro rival más armado que el alemán no hubiera existido margen para el milagro. Sin embargo, dicen que la fe mueve montañas y el Baskonia tiró de casta para suplir sus innumerables imperfecciones en una velada con numerosos dientes de sierra y que volvió a dejar damnificados.
El Alba aterrizó con las bajas esperadas, pero el Baskonia tampoco se quedó corto en el último momento al tener que prescindir Ivanovic del concurso de Dragic y Shields por sendas lesiones. Sumido en la precariedad absoluta y con un plantel cogido con alfileres, el técnico montenegrino debió efectuar juegos de malabares para oponer quintetos de una cierta consistencia. La presencia de Miguel González en el cinco inicial constituyó el hecho más noticioso, pero el exterior vallisoletano evidenció una vez más que está demasiado verde para competir a estos niveles.
contra las cuerdas La mala defensa sobre el perímetro alemán se tradujo en desventajas preocupantes para un Baskonia acribillado desde la larga distancia. El Alba embocó ocho de sus trece primeros triples, la mayoría de ellos poco punteados y sin apenas oposición. Eriksson, Thiemann y compañía descargaron el diluvio universal en el Buesa, que apenas dio señales de vida para recriminar los desesperantes errores de Eric en el poste bajo.
Un viejo zorro como Aíto supo leer los desajustes de la defensa azulgrana, pero los grandes males del Baskonia volvieron a estar localizados en ataque con una alarmante parálisis anotadores y ataques pésimamente ejecutados. Se resistió la clarividencia de los bases para buscar ventajas, Janning se mostró inoperante hasta el cuarto final y tampoco hubo noticias de un juego interior incapaz de producir algo positivo. Shengelia cargó con la responsabilidad anotadora en los compases iniciales en su fratricida duelo con Sikma, de lo poco interesante en otra noche de espesura baloncestística. Sin embargo, el georgiano también se contagió de la mediocridad.
Tres canastas de Janning, Eric y Christon devolvieron algo de aliento al Baskonia a la vuelta de los vestuarios, pero el partido volvió a convertirse nuevamente en una pesadilla ante la incapacidad azulgrana para facturar canastas con un mínimo de continuidad. Sendos triples de Eriksson y Mattisseck establecieron la máxima para un disciplinado Alba bien avanzado el tercer cuarto (39-56) en medio del desconcierto más absoluto. Llegó entonces el ansiado toque de corneta y una reacción que parecía impensable.
De repente arrancó un partido tras un parcial de 16-0 en apenas cuatro minutos. Bastó aplicar algo de intensidad a la actividad defensiva para que la fragilidad del Alba saliera a la luz con un carrusel de pérdidas. El corazón azulgrana volvió a latir con un ritmo mucho más vivo en ataque, la verticalidad en las penetraciones y la fe de las grandes ocasiones. Henry se enredó a falta de 40 segundos y el Alba perdonó en el siguiente ataque antes de que un misil de Janning desatara la locura en un Buesa convertido en un manojo de nervios.
las claves
Redención final El Baskonia perdía por 17 puntos en las postrimerías del tercer cuarto, pero encontró la pócima de la reacción con un quinteto sin hombres altos. Gracias a un triple de Janning y un posterior tapón de Shengelia, la tropa alavesa logró enderezar el rumbo de una noche repleta de sombras donde no dio una a derechas.
Un equipo de circunstancias Con las ausencias de última hora de Dragic y Shields, el Baskonia estuvo a merced de un Alba muy disciplinado y atinado desde la larga distancia. El vértigo de los alemanes fue un alivio para un anfitrión que debió sobrevivir a base de quintetos atípicos y malvivió para anotar canastas con cierta continuidad.
La figura
Janning
Volvió a firmar otra actuación desesperante hasta que pudo erigirse en el héroe de la victoria gracias a su misil desde casi nueve metros a falta de 3 segundos para la conclusión.
17
máxima renta en contra
Sendos triples de Eriksson y Mattisseck dejaron al Baskonia al borde del abismo (39-56).
el entrenador
1Ivanovic Sin dos efectivos menos en el perímetro como los lesionados Dragic y Shields, tuvo que recurrir a Miguel González durante muchos minutos en la línea exterior y también simultanear la presencia de dos bases en pista. El técnico montenegrino renunció a los hombres altos en el último cuarto para sellar una remontada agónica que mantiene con vida al Baskonia en la Euroliga.
Las bajas de última hora de Dragic y Shields pesaron como una losa en el equipo vitoriano, a merced de los visitantes hasta un redentor cuarto final donde se redimió de sus pecados
El Buesa Arena pasó de la frustración más absoluta al éxtasis en el epílogo con las dos caras de un conjunto alavés que se coloca a un solitario triunfo de la séptima posición