vitoria - Puede que su nombre no diga tanto como el de otros opulentos rivales que habitan en esta Euroliga, pero el Zalgiris aterriza mañana en el Buesa Arena con unas credenciales muy peligrosas. Si el Baskonia quiere prolongar sus reducidas esperanzas continentales, deberá oponer su mejor versión ante un rocoso visitante que viene de conquistar la Copa de su país con una autoridad indiscutible, no ha dicho su última palabra en el torneo con seis victorias en los últimos nueve encuentros y se ha convertido en un hueso muy duro de roer pese a ocupar la parte baja de la clasificación.

El sufrimiento extremo vivido el pasado 6 de febrero por el Anadolu Efes, que necesitó 47 puntos de sus exteriores Shane Larkin y Vasilije Micic para tumbar la heroica resistencia báltica (96-91), constituye el mejor ejemplo de ello. Y es que de las quince derrotas cosechadas hasta ahora por los lituanos, solo dos se han producido por un margen superior a los 10 puntos de diferencia (58-70 ante el Baskonia y 70-82 frente al Zenit).

La antítesis, por ejemplo, que un Baskonia maltratado sin piedad en un sinfín de partidos donde ni siquiera compitió encajando duros parciales desde el comienzo. El pétreo Zalgiris -todavía sin el concurso del lesionado Marius Grigonis- sabe agarrarse con uñas y dientes a todas las jornadas, aunque muchas victorias se le escurren de las manos en la recta final por una simple cuestión de falta de efectivos desequilibrantes.

Una temporada más, el trabajo de Sarunas Jasikevicius al frente de un modesto de la máxima competición está resultando admirable desde todos los puntos de vista. Son cuatro campañas y media en las que Saras, una institución en su país natal con muy pocos medios a su alcance en comparación con otros compañeros de profesión, continúa acreditando una habilidad formidable para extraer el máximo jugo de una plantilla lejos de la excelencia.

Lo sorprendente en su caso es que a estas alturas de la película todavía resista en Kaunas tras sus meritorias conquistas y no haya dado con sus huesos en algún grande del Viejo Continente donde los privilegios están a la orden del día. El Zalgiris le ha concedido plenos poderes para hacer y deshacer a su antojo en materia de fichajes y de momento escapa de los cantos de sirena que le llegan desde diversos lugares.

Jasikevicius ha sido vinculado en estos últimos años a todos los clubes donde dejó una carismática huella como jugador (Barcelona, Maccabi y Panathinaikos). Sin embargo, por razones de diversa índole aún permanece en la capital lituana al frente de un modesto que en la temporada 2017-18 alcanzó contra todo pronóstico la Final a Cuatro de la Euroliga en Belgrado y el pasado curso también repitió presencia entre la flor y nata continental.

Hitos inauditos para un Zalgiris que maneja uno de los presupuestos más modestos de la competición y, por lo tanto, se muestra incapaz de retener a sus estrellas en los mercados estivales. Brandon Davies (Barcelona), Leo Westermann (Fenerbahce), Nate Wolters (Maccabi) y Aaron White (ahora en el Tenerife tras fichar en primera instancia por el Armani Milan) han sido los últimos jugadores que se revalorizaron de lo lindo en Kaunas antes de emigrar a otros equipos de indudable enjundia tras recibir propuestas más lucrativas.

balance

63

victorias en euroliga

El técnico nacido en Kaunas ha alcanzado dicho número en tan solo 136 partidos, lo que supone un gran porcentaje dirigiendo a un modesto como el Zalgiris.