Vitoria - La irregularidad que el Kirolbet Baskonia está mostrando a lo largo de la presente temporada está dificultando de manera evidente muchos de los objetivos mínimos que este club se marca en el arranque de cada campaña. La semana entrante, verá por televisión una Copa del Rey en la que acostumbraba a ser invitado fijo y casi siempre con la condición de candidato al título; la presencia entre la élite de la Euroliga se encuentra seriamente comprometida por primera vez en muchos años; e, incluso, encontrar un hueco entre los mejores de la Liga ACB -lo de ser cabeza de serie como sus galones indican que debería ya está imposible- no va a resultar un reto sencillo. La mochila de las derrotas pesa en exceso por culpa de la imposibilidad de encadenar una serie de buenos resultados y, por ello, cada encuentro en la competición doméstica para los de Dusko Ivanovic comienza a tener ya apariencia de definitivo. Como el que esta matinal medirá a los azulgranas con el Monbus Obradoiro, con el que marchan empatados con nueve victorias y once derrotas en la clasificación.
Que el Baskonia ande penando a estas alturas por no quedarse descolgado de la carrera por el play off de la Liga ACB habla bien a las claras de los problemas que arrastra en una temporada en la que la competición doméstica se presenta prácticamente como la única opción de quitarse su actual mal sabor de boca. La mejoría del equipo desde la llegada de Ivanovic al banquillo en las sensaciones es evidente y se ha recuperado la competitividad que históricamente ha caracterizado al club, pero los resultados no acaban de ser todavía lo buenos que se esperaban. Al menos, los dos últimos retoques en la plantilla, con las contrataciones de Semaj Christon y Zoran Dragic, han incrementado el potencial que maneja el preparador montenegrino, muy lastrado por la ausencia permanente de jugadores de peso.
En esta última semana de doble compromiso continental, el conjunto azulgrana ha dado buena muestra de cuál debe ser su camino a seguir. Tanto la derrota en la cancha del Real Madrid como la victoria ante el Asvel Villeurbanne vinieron marcadas por la seriedad defensiva, cuestión que sirve para eclipsar los problemas casi recurrentes que vive este grupo en ataque.
La llegada de Christon ha servido para recuperar la figura de un base de corte clásico que tanto se estaba echando de menos y algunos jugadores han mostrado en los últimos compromisos sus mejores versiones, como en el caso de un Matt Janning que por fin parece haber afinado su puntería.
En todo caso, el Baskonia todavía requiere un paso adelante que se mantenga de manera constante. Que las mejorías que muestra de manera puntual no se sigan quedando en flor de un día, sino que perduren en el tiempo. La única vía posible para sumar victorias al casillero con cierta regularidad y no seguir comprometiendo así los objetivos mínimos del curso cuando alguno ya se ha quedado sin cumplimentar. El Obradoiro, siempre serio y difícil de desentrañar, supone un nuevo examen.