Vitoria - Tan necesitada de caras nuevas se encontraba -y sigue- la afición azulgrana que el desembarco de un jugador de perfil bajo como Sergi García fue recibido con una algarabía inusitada. El Baskonia necesitaba -y necesita- como el comer algún base que inyectara algo de aire fresco a una dirección cogida con pinzas debido a las lesiones de Granger y Vildoza. Ante las evidentes limitaciones económicas del club, el elegido fue un base propiedad del Valencia Basket que estaba cedido en un equipo casi desconocido de la liga alemana. Dado que consiguió desvincularse del conjunto de la capital del Turia y aterrizó en Vitoria con la carta de libertad, el ansiado fichaje se hizo por fin realidad.
Transcurrido ya casi un mes y medio desde este movimiento, el impacto del balear no está siendo el esperado y el timón azulgrana conserva intacta esa inestabilidad que figura detrás de muchos males del Baskonia en este caótico ejercicio. Con un Pierria Henry cada vez más exprimido y en el ojo del huracán debido a sus contantes pérdidas a lo largo de los partidos, se echa de menos algún recambio de cierta calidad que mantenga el ritmo saliendo desde el banco.
Las minutadas entre pecho y espalda para el imprevisible base estadounidense tienen como único trasfondo la falta de confianza de Ivanovic en García, que incluso ha debido soportar cómo Janning está siendo últimamente reciclado al puesto de uno en busca de la cordura y las tablas que se resisten en una demarcación crítica.
Los dos últimos partidos del Baskonia han echado más leña al fuego de la soledad de Henry, el hombre al que disparan todos los críticos sin reparar en que su desgaste es sobrehumano. Ambos han sido una fotocopia a la hora de valorar el papel del uno nacido en Palma de Mallorca. Ivanovic, que mantiene un libreto idéntico al de Perasovic cuando se trata de poner la cruz a algún jugador que no contrae méritos sobre la cancha, ya ha dejado claro que no le sirve. Su bagaje se redujo a poco más de tres minutos en la última victoria liguera ante el Gran Canaria y el miércoles ni siquiera alcanzó dicha cifra en la fatídica visita a un Zenit más fresco y entero en los minutos finales.
Pocos entrenadores como el montenegrino penalizan tanto el error y García está purgando con una buena ración de banquillo las dudas que transmite en todas sus apariciones. Si en tierras insulares fue Cook quien le robó la cartera, en San Petersburgo también incurrió en pérdidas muy evitables que minaron su confianza.
Tras entrar con buen pie en Vitoria y protagonizar alguna destacada actuación, quien fuera una de las promesas del baloncesto español se ha convertido en un elemento prácticamente invisible dentro de la escuálida rotación. Un lujo que, desde luego, el Baskonia no puede permitirse mientras Vildoza continúe en el dique seco por su lesión en el hombro derecho. Pese a que su rendimiento -como el del equipo en general- estaba siendo decepcionante, el retorno del director de juego argentino constituye ya una necesidad imperiosa. - O. San Martín