vitoria - Si algo ha caracterizado siempre a Dusko Ivanovic es su incapacidad congénita para buscar excusas y su obsesión por aprovechar cada segundo del tiempo disponible. Por eso, tras llegar en la noche del día 24 a Vitoria, en la mañana de ayer se enfundó el chándal azulgrana y dirigió en el Buesa Arena su primer entrenamiento antes de emprender viaje a Berlín. Allí, en el escenario de la última presencia baskonista en una Final Four, arrancará oficialmente esta noche su tercera etapa como entrenador del conjunto de Zurbano. El duelo con el Alba de otro veterano ilustre como Aíto García Reneses marcará el punto de partido de un Dusko 3.0 que, en esta oportunidad, se encuentra con un escenario muy diferente al de sus anteriores experiencias en el banquillo vitoriano.

Entonces, llevó las riendas de los proyectos desde sus inicios y estuvo al frente de grupos consolidados y habituados a competir siempre al máximo por todos los títulos que se ponían en juego. Ahora, algo más de siete años después de su salida del Buesa Arena, regresa como un parche temporal para afrontar el complicadísimo desafío de levantar a un equipo sin rumbo en los últimos tiempos y que acumula prácticamente una década sin reabrir la puerta de sus vitrinas.

Se trata de un reto capaz de provocar sudores fríos solamente con describirlo pero desde luego no es casualidad que Dusko Ivanovic sea conocido como el sargento de hierro. A lo largo de su carrera se ha ganado a pulso su fama de duro donde los haya y, con su regreso, Josean Querejeta ha vuelto a dejar clara su predilección por esta manera de conducir los vestuarios. Durante sus dos etapas anteriores al frente del equipo formaron un binomio casi perfecto y la confianza mutua se convirtió en el mejor argumento de aquel TAU que protagonizó los mejores años de su historia.

Aunque ahora la situación es muy diferente, en el recuerdo de aquella época está la inspiración de una intervención de urgencia que busca casi a la desesperada devolver la salud a un paciente que se encaminaba inexorablemente hacia la planta de crónicos. Desde que arrancó la temporada, marcada dramáticamente por el infortunio de las lesiones, Velimir Perasovic fue incapaz de encontrar la fórmula que permitiese al Kirolbet ofrecer un rendimiento óptimo. Esta irregular trayectoria fue convirtiéndose cada vez en más deficiente hasta que, en las últimas semanas, ha entrado casi en barrena poniendo en serio peligro a las primeras de cambio la consecución de algunos de los objetivos mínimos de la campaña.

Esta crisis es la que, evidentemente, ha reabierto una puerta que parecía cerrada para un Dusko que ahora necesita extraer lo mejor de su repertorio para dar respuestas satisfactorias de inmediato. El primer examen le llega ya hoy mismo, tras una única sesión de trabajo junto a sus nuevos discípulos. No es el montenegrino un hombre dado a buscar justificaciones pero la lógica dicta que, de momento, poco se podrá apreciar todavía su mano en el choque ante el Alba Berlín.

Se trata, no obstante, de una cita en la que el Baskonia no puede fallar si desea seguir aferrándose al sueño de acceder al Top 8. El conjunto alemán, un recién llegado a la competición, plagado de jugadores jóvenes y con ausencias importantes en sus filas por lesión, ocupa el decimosexto puesto en la clasificación y únicamente ha sumado cuatro triunfos hasta ahora. Un balance que le convierte a priori en la víctima propiciatoria perfecta para que la tercera etapa de Ivanovic en Vitoria arranque con buen pie.