vitoria - El conmovedor éxito de España en el pasado Campeonato del Mundo de China tuvo muchos culpables. La magistral dirección técnica de Sergio Scariolo, la madurez de Ricky Rubio al timón o la épica actuación de Marc Gasol en la vibrante semifinal ante Australia se llevaron casi todas las portadas, pero hubo un secundario de lujo que contribuyó de manera impagable a la segunda estrella de la selección en la historia.

Puede que Víctor Claver haya adolecido durante varios tramos de su carrera del carisma, carácter y también la mala leche de muchas estrellas forjadas de una pasta especial. Sin embargo, ello no quita para ensalzar en su justa medida las virtudes de un jugador silencioso y con un corpachón descomunal para exhibir diferentes registros en ataque o bailar con la más fea en defensa.

A sus 31 años, el alero valenciano que bien pudo jugar en su día en el Baskonia ha encontrado por fin el ansiado reconocimiento que tanto buscaba tras varias temporadas donde siempre ha estado en permanente tela de juicio. La liberación le ha llegado en un momento insospechado, justo cuando nadie apostaba un mísero euro por el éxito de España y menos por su reivindicación a nivel individual.

No en vano, en tierras asiáticas ha sido el jugador total para Scariolo, necesitado de pegamento, físico y envergadura para enmascarar las carencias que presentaba el doce confeccionado por el seleccionador, que a la hora de la verdad apenas ha echado de menos el concurso de figuras de relumbrón como Nikola Mirotic, Serge Ibaka o Pau Gasol.

Claver, que acaba de empezar su cuarta temporada en la Ciudad Condal, fue el héroe anónimo de España, inferior en cuanto a talento a otros rivales pero muy superior en cuanto a mentalidad ganadora, carácter, riqueza táctica o capacidad grupal. Con un imán para rebañar rebotes y una asombrosa capacidad para bajar al barro y convertirse en una china en el zapato de las rutilantes estrellas rivales, léase el italiano Danilo Gallinari o el serbio Nikola Jokic, el versátil levantino desplegó un magnífico repertorio de virtudes.

Ya fuera como tres, el puesto que Svetislav Pesic le ha reservado en el Barcelona desde la pasada campaña, o como falso cuatro, fue un felino dispuesto a sacrificarse por el colectivo. Sus medias de 8,5 puntos, 4,9 rebotes y 1,6 asistencias no hicieron justicia del todo con un jugador dispuesto a reivindicarse como el cemento de la selección.

Más de un seguidor baskonista echa ahora la vista atrás y recuerda lo sucedido hace cuatro años. Y es que en el verano de 2015 Claver estuvo a punto de dar con sus huesos en la capital alavesa al poco de ser cortado por los Denver Nuggets en la NBA y una posterior efímera etapa en el Khimki ruso.

Sin embargo, el Valencia Basket -poseedor en aquel momento de sus derechos en la ACB- frustró el deseo de Josean Querejeta al igualar la oferta presentada por el club vitoriano. Claver hubiese hecho pareja con Kim Tillie en el puesto de cuatro y su desembarco, salvo sorpresa, habría supuesto el adiós de Tornike Shengelia. A renglón seguido, emigraría al Lokomotiv Kuban, con quien alcanzó la Final a Cuatro de la Euroliga celebrada en Berlín, y un año más tarde el Barcelona tuvo que desembolsar la friolera de 2 millones de euros para debilitar la postura de fuerza de Juan Roig.