embargado por la emoción, arropado a su derecha por Félix Fernández y sentado enfrente de su mujer Graziella o algunos de los que han sido sus compañeros inseparables durante estos dos últimos años en el Baskonia. Marcelinho Huertas no es de hierro y, por lo tanto, ayer se le escapó más de una lágrima en la jornada que escenificó el punto y final a su segunda etapa en Vitoria, donde si bien no ha repetido a nivel colectivo los éxitos de la primera deja un inmejorable sabor de boca.

Fueron aproximadamente treinta minutos con los nervios a flor de piel en los que, en varios momentos de su alocución, le costó articular palabras y necesitó tomarse algún respiro en un discurso donde no faltaron los sentidos agradecimientos hacia todos los estamentos del Baskonia, un club que no se ha distinguido en el pasado por despedir con honores a sus jugadores más carismáticos pero que en esta ocasión supo estar a la altura de las circunstancias.

El de ayer era un día especial para Marcelinho y muchos amigos no quisieron dejarle solo. El club estuvo representado por el director deportivo y Alfredo Salazar. Además, le acompañaron tres pesos pesados del vestuario azulgrana como Toko Shengelia, Luca Vildoza o Patricio Garino, al margen de Daniel Bordignon, integrante del filial. Iñaki Iriarte, el padre deportivo de su inseparable Tiago Splitter, fue otro de los inesperados invitados que se dejó ver por el recinto de Zurbano. También se dieron cita los fisioterapeutas Isaac Alonso y Asier Ugarte, el delegado Iker Gibello, el encargado de material Santi Matilla y el médico Gustavo Lucas, estos últimos personajes más anónimos con los que ha compartido confidencias en la intimidad del vestuario.

Después de un vídeo de presentación en el que se repasaron algunos de las mejores jugadas de su trayectoria en el Baskonia y Félix Fernández le definiera “como uno de los nuestros”, llegó uno de los momentos más sentidos que puso los pelos de punta a todos los presentes en la sala de prensa del Buesa. Huertas extrajo una bufanda del club que tenía un significado especial. “Cuando llegué el año pasado, me la dio un aficionado de Indar Baskonia para que la llevara a la balconada de la Virgen Blanca para celebrar algún título y te la doy para que lo hagáis vosotros”, señaló el brasileño. El destinatario de este obsequio no fue otro que Shengelia, que en ese preciso instante se fundió en un cálido abrazo con el veterano base.

Precisamente el georgiano tomó la palabra de forma espontánea al final del turno de preguntas reservado a los medios de comunicación para ensalzar la figura del brasileño. “Fue un placer estar contigo dentro y fuera de la cancha. Eres un ejemplo, una definición perfecta de jugador profesional. No he visto un tío que se cuide tanto y tenga un corazón tan grande. Vayas donde vayas, tu nuevo club será muy afortunado por tenerte entre sus filas. Estoy orgulloso de decir que he encontrado un amigo más en el mundo del baloncesto”, alabó el capitán azulgrana para dar por finalizado así el acto de despedida.