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Dudas para la Euroliga. Ayer no emergió ni mucho menos la mejor versión de un Baskonia más laxo en defensa de lo que es costumbre y cuyas excesivas pérdidas devolvieron la vida al Andorra. El croata volvió a excluir de la rotación a Jones, al que la vuelta de Shengelia deja pocas opciones para seguir en Vitoria cuando finalice la Euroliga, y confió algunos minutos en González en la primera mitad.

Muchos dientes de sierra. El Baskonia combinó fases de buen juego con otras en la que vio cómo un modesto se le subía peligrosamente a las barbas gracias al dúo Luz-Shurna.

Apuros innecesarios. Pese a su flagrante inferioridad en el rebote, un correoso Andorra amenazó con caer en la lona en varias ocasiones. Sin embargo, siempre se levantó gracias a las pérdidas y la laxitud defensiva del conjunto vitoriano.

El oficio de Huertas. Un día más, el paulista sacó las castañas del fuego en los compases finales con su sangre fría desde la personal y compensó así el aciago día de un Vildoza que cuajó uno de los peores partidos de la actual temporada.

vitoria - Si se trataba de cargarse de optimismo antes del pistoletazo de salida al Top 8 de la Euroliga con un triunfo autoritario que metiese el miedo en el cuerpo al todopoderoso CSKA, el Baskonia se quedó lejos de su objetivo. Ni ofreció grandes chispazos que inviten a tumbar al gigante en manos de Dimitris Itoudis ni tampoco exhibió el colmillo afilado de otras jornadas, por lo que la última piedra de toque antes del titánico desafío en la Euroliga dejó sensaciones encontradas. Alegría por la pírrica victoria final, pero también inquietud por la zozobra que un rival menor como el Andorra -para colmo, disminuído por las bajas- instaló en el Buesa Arena.

Queda confiar en que un escenario mucho más motivante y glamuroso como la Euroliga cambie diametralmente la cara de un equipo que sufrió mucho más de lo que apuntaba el guión previo. Incluso fue necesaria una pizca de fortuna con varias postreras canastas a falta de escasas décimas del final de la posesión para certificar la defunción del peleón combinado del Principado, quien vendió muy cara su piel gracias a la pegada del francotirador Shurna y el notable hacer del exazulgrana Rafa Luz, que sacó los colores a los bases locales en varias fases de la contienda.

Tuvo que ser un veterano del Vietnam como Marcelinho, mucho más coral y estable ayer que un inoperante Vildoza, quien inyectase rigor en los minutos finales y ahuyentase los fantasmas de la posible sorpresa. El oficio del paulista y su sangre fría desde el tiro libre evitaron males mayores para un Baskonia que entró en el último minuto con una mínima ventaja (78-76) y necesitó dos grandes acciones individuales de Poirier para conseguir el colchón de seguridad necesario. Una canasta y un tapón del francés también desatascaron el choque para un Kirolbet que, entre sus brotes de relajación, su laxitud defensiva y la poca continuidad en ataque, traducida en un ingente número de pérdidas, se complicó la vida de forma completamente innecesaria.

el cska en el subconsciente Por quedarse con más cosas positivas, los renqueantes Shengelia y Garino pudieron rodarse durante muchos minutos en busca de un mejor tono físico. Lo del georgiano fue chocante. Acabó siendo el azulgrana más valorado pese a sus consabidos problemas de precisión desde la personal o pasarse de frenada en varias acciones. En el caso del argentino, volvió a brillar a campo abierto pero, su muñeca titubeó en exceso desde la línea de 6,75 metros. Apenas los fogonazos de Voigtmann, Shields, Poirier y Huertas o la insultante superioridad del rebote permitieron al Baskonia sacar las castañas del fuego frente a un visitante correoso que no terminó de besar la lona pese a verse groggy en varios tramos de la confrontación.

Como trasfondo de un partido por momentos irregular, ni fue la versión más pletórica del Baskonia ni las sensaciones fueron las deseadas antes de verse las caras con un adversario de caza mayor como el CSKA. Pese a la comodidad de un marcador siempre favorable desde el segundo cuarto, el cuadro de Perasovic incurrió en errores de concentración que, en condiciones normales, se pagarían caros en la eliminatoria ante los rusos. La cercanía del arranque del Top 8 pudo pesar en el subconsciente de un equipo sumido en la autocomplacencia en algunas fases, pero también consciente de la importancia de viajar a Moscú con buenas sensaciones en el equipaje. De ahí que nunca estuviera abajo en el marcador.

El Andorra, verdugo en la ida, trató de rebelarse ante la superioridad de un anfitrión con más argumentos en todas las aristas del juego. Tras imponer la lógica entre el segundo y tercer cuarto con ventajas superiores a la decena de puntos, el Baskonia se dejó llevar en el epílogo. Por ende, apenas quedó plasmada la sideral distancia entre dos conjuntos con aspiraciones opuestas. Las concesiones iniciales en el marcaje a Rafa Luz enervaron de lo lindo a Perasovic, que aleccionó a los suyos de forma enérgica para que despertaran del letargo y subieran el listón de la intensidad. El nivel físico y el poderío reboteador del Baskonia no pudieron ser contrarrestados por un visitante que tuvo en Shurna a su mayor amenaza. Los proyectiles del estadounidense, con una fea mecánica pero esta vez tremendamente eficaz, mantuvieron en vilo a los vitorianos hasta prácticamente el bocinazo final.

Aportó el sentido colectivo, el rigor y la estabilidad que se echaron de menos con Vildoza al frente del equipo. Su sangre fría desde el tiro libre terminó de asegurar la victoria.