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Minutos para todos. El visitante de ayer era propicio para muchas cosas y así lo entendió el técnico croata, que aprovechó la llegada del Estudiantes para apostar por la presencia de los menos habituales -especialmente un Miguel González que salió incluso como titular- y empezar a rodar a Shengelia, de nuevo en dinámica tres meses después. Por un día, los primeros espada pudieron descansar.
Dos realidades opuestas. Una vez más, Baskonia y Estudiantes protagonizaron un duelo muy desigual en el que los colegiales pagaron los platos rotos de la derrota continental ante el Anadolu Efes. La diferencia fue abismal en cuanto a físico, ritmo, talento y banquillo.
Protagonismo variado. Perasovic entendió que el encuentro resultaba ideal para hacer toda clase de probaturas antes de la madre de todas las batallas en Moscú. El técnico croata, que sorprendió con la inclusión de Miguel González en el cinco inicial, repartió minutos entre todos sus integrantes del plantel. Pese a ello, el nivel del Kirolbet no se resintió ni un ápice ante un visitante incalificable.
El calendario no podía haber deparado un visitante más lastimoso antes de la final continental en el Megasport Arena de Moscú. Como preludio del desembarco en la capital rusa para jugarse prácticamente el todo o nada en la Euroliga ante el todopoderoso CSKA, el Baskonia se procuró una sesión de baño y masaje en el frente doméstico ante un cadavérico Estudiantes que, de tanto jugar con fuego y perder la estela de los grandes en los últimos tiempos, corre ya el serio peligro de quemarse al final de esta campaña.
El equipo vitoriano transitó a través de una autopista exenta de obstáculos para certificar de manera virtual la tercera posición de la fase regular y elevar su autoestima de cara a la madre de todas las batallas. Tampoco hubiese venido nada mal algo más de exigencia en un partido donde un técnico eminentemente práctico y amarrategui como Perasovic utilizó por fin todo su fondo de armario y se permitió el lujo de hacer toda clase de probaturas. La irrisoria oposición del Estudiantes invitó a ello y a lo que hiciera falta. Tal y como sucedió en la ida, el Baskonia se ensañó hasta límites insospechados con un histórico venido a menos que favoreció la presencia de los menos habituales y también la ansiada reaparición de Toko Shengelia.
Porque el cómodo resultado final no fue la mejor noticia que rescató el Kirolbet, que tres meses después vio en acción a su buque insignia. El georgiano reapareció en un encuentro propicio para ir cogiendo sensaciones y adquiriendo algo de tono físico. Obviamente todavía le falta para ser el de antes, pero el simple hecho de verle en dinámica junto al resto de los compañeros ya constituye una inmejorable noticia ante los importantes desafíos a la vuelta de la esquina. El capitán azulgrana se comportó como un toro: maltrató el aro en varias ocasiones, colocó algún tapón y, sobre todo, evidenció que no tiene ningún miedo tras una larga convalecencia.
Consciente de la paupérrima identidad del forastero, Perasovic hizo por fin un guiño a los canteranos con la inclusión de Miguel González en el cinco titular. Al exterior vallisoletano le tocó bailar con la más fea (Brizuela) y lo cierto es que no desentonó en una jornada de guante blanco donde hubo minutos para todos. Como se presuponía ante del salto inicial, el Baskonia zarandeó cómo y cuándo quiso a un Estudiantes cada vez con peor aspecto y con un evidente temblor de piernas ante la cercanía de los puestos de descenso. La baja de Gentile contribuyó a ensanchar las diferencias respecto al abúlico cuadro colegial, cuya buena puesta en escena fue un espejismo y terminó pagando los platos rotos de la derrota alavesa ante el Anadolu Efes.
Sin destapar el tarro de las esencias y pese a sus tramos de desacierto desde la larga distancia en algunas fases, el Baskonia no necesitó grandes alardes para despegarse. Merced a la combustión justa, facturó infinidad de canastas fáciles al contragolpe. No solo corrió con vehemencia para causar un destrozo irreparable, sino que también halló pasillos escandalosos ante la zona madrileña, se nutrió de la buena conexión entre los pívots y también engordó su casillero anotador gracias a tiros liberados. En definitiva, un paseo militar hasta cierto punto esperado ante las realidades tan opuestas de dos equipos antagónicos.
La monotonía se vio alterada por la desbordante furia de Jones, uno de esos guerreros que muerde hasta en los días más insípidos donde lo fácil sería dosificarse. Apreciada la fantasmagórica respuesta del Estudiantes, donde Brizuela únicamente presentó sus credenciales en los minutos de la basura, ni siquiera hubo que recurrir a una quinta o sexta marcha para sellar una de las victorias más contundentes del curso. Solventado un nuevo trámite a nivel doméstico, la prueba del algodón llegará este jueves en Moscú, donde el sueño continental podrá prolongarse o, por contra, verse evaporadas del todo las esperanzas de pelear por un pasaporte para la Final a Cuatro más especial que se recuerda.
Para él, no hay trámites que valgan. Ya sea en la refriega más áspera de la Euroliga o el partido más insípido de la ACB, siempre compite con una energía desbordante. Un volcán físico.