A pesar de la derrota, las circunstancias y el exigente calendario que rodea al equipo, Baskonia demostró ayer en Estambul que continúa muy vivo en Europa. A pesar de esa diferencia de 21 puntos en el tercer cuarto que por momentos hizo temer una sangría descomunal, demostró estar preparado para competir donde y contra cualquiera. Y lo hizo rescatando ese viejo manual de supervivencia y carácter que solo él es capaz de interpretar cuando la adversidad se instala en su casillero de salida. Ayer era el caso. Visitaban los azulgrana al líder de la Euroliga en su propia cancha, a ese equipazo de autor que Obradovic ha forjado a base de talento y dinero y que hasta la fecha solo ha perdido un partido. Una empresa mayúscula la de ayer en Turquía, en definitiva, para la que Baskonia, por si fuera poco, solo pudo presentar ocho gladiadores por culpa de las lesiones y un roster, nuevamente esta temporada, demasiado corto para aguantar el tipo a un equipo como el Fernerbahce.
Pero así las cosas, Baskonia lo hizo, como en las grandes veladas. Libre de presión, eso sí, y siendo consciente de que más allá de la imagen, poco más podía perder. De modo que apartó las individualidades, se calzó el mono de faena y los jugadores llamados a dar un paso al frente lo hicieron. El resultado fue un partido encomiable al que poco, o nada, se le pudo reprochar. Si bien es cierto que nunca lideró el marcador, aguantó el tipo y dio la cara en los dos primeros cuartos (27-25 y 48-41), donde el ritmo de juego y la capacidad anotadora de ambas escuadras fue brutal, destacando el nivel de Shavon Shields, ayer más americano que nunca con una actitud que le llevó a firmar 22 puntos en los 31:33 minutos que Perasovic lo mantuvo en cancha. Tras el tortazo recibido días atrás frente al Real Madrid, la escuadra alavesa demostró también en los dos siguientes cuartos su capacidad para rehacerse. La actitud y el compromiso dieron en este caso un paso al frente y las dificultades a las que sometieron a Fenerbahce obligaron a Obradovic a no dar descanso a sus mejores jugadores. Y eso que un arranque brutal en el tercer cuarto con, entre otros, cinco triples prácticamente seguidos en apenas cinco minutos, hizo temer una sangría en las filas baskonistas. Sin embargo, la prepotencia turca activó el orgullo azulgrana y la reacción fue tal que el equipo emprendió una huída hacia adelante en todos los sentidos -Hilliar, Poirier o Janning terminaron, entre otros, con 11, 15 y 10 puntos, respectivamente- que desquició a Zeljko hasta el punto de llegar a colocarse a solo un punto en los últimos instantes del último cuarto.
Pero como el dinero también juega y el talento turco fluye a borbotones, el técnico balcánico tiró de él para dejar con la miel en los labios a un Baskonia que no solo no abandona Estambul tocado sino más bien todo lo contrario. Refuerza su imagen como grupo y mantiene vivo ese carácter competitivo de cara al duelo de mañana domingo en Manresa y al de la semana que viene en Atenas ante Olympiacos, donde sería deseable que Baskonia pudiera contar ya con alguno de los nuevos efectivos que lleva pidiendo a gritos desde hace varias semanas. La baja de larga duración de Shengelia no ha hecho sino confirmar esta necesidad, que obliga a Josean Querejeta a mover ficha con urgencia máxima.
Johannes Voigtmann aprovechó la ausencia por lesión de Shengelia para dar un paso adelante y firmó un encuentro notable. Brilló especialmente en el apartado reboteador, capturando nada menos que trece rebotes, con lo que igualó su tope personal.