El mercado estival no ha hecho sino dar sus primeros coletazos para un Baskonia que prepara importantes cambios en su estructura aun a sabiendas de que dispone de una interesante espina dorsal sobre la que sustentar su próximo proyecto y que convendría mantener. La demarcación más susceptible de registrar cambios es una dirección de juego donde tan solo existe un jugador intocable para la temporada 2018-19: Luca Vildoza. El irreverente argentino terminó encaramado a la titularidad por un doble motivo: su indudable progresión a lo largo de los últimos meses y también los deméritos de sus dos compañeros de puesto con teóricamente más experiencia, prestigio y, por descontado, caché para figurar por encima suyo entre las prioridades del cuerpo técnico.
A la hora de la verdad, Pedro Martínez se jugó los minutos calientes de la final liguera ante el Real Madrid con el base más insospechado de su trío de alternativas y eso no deja en un buen lugar ni a Marcelinho Huertas ni Jayson Granger, muy señalados y nominados para cerrar su etapa como azulgranas pese a disponer de contrato en vigor. En el caso del veterano brasileño, le ata un vínculo al Baskonia hasta 2019. La posible desvinculación del uruguayo puede ser si cabe más problemática dado que estampó su firma por tres años con la entidad del Buesa Arena.
Si algo ha quedado meridianamente claro tras una temporada muy meritoria es que al Kirolbet le ha faltado un plus de calidad en ciertos puestos para discutir la hegemonía de los grandes transatlánticos. Cuando enfrente han aparecido miuras como el Fenerbahce o el Real Madrid, se ha echado de menos, entre otras cosas, una cabeza pensante autoritaria que marcase el compás adecuado y paseara su altanería. El primero con dudas a la hora de repartir los roles ha sido el propio Pedro Martínez, que no ha terminado de definir la identidad del hombre que debía pilotar la nave vitoriana en los momentos de máxima dificultad. Se han alternado sus tres bases sin que ninguno diera un puñetazo en la mesa a la hora de granjearse la total confianza del técnico barcelonés. Algo que no ha sucedido en otros rivales directos donde la jerarquía estaba mucho más definida.
Huertas, huérfano del esplendor de su primera etapa en Vitoria, ha ido claramente de menos a más dejando muestras de su raza y orgullo. En la Euroliga, eso sí, se vio especialmente sonrojado por directores más eléctricos que le desbordaron por físico y velocidad. Sus buenas actuaciones están frescas en la memoria, pero difícilmente puede ayudar a conseguir en el futuro el salto de calidad que el Baskonia necesita y la opción de rescindir su contrato cobra fuerza.
Mucho más decepcionante ha sido en líneas generales el periplo de Granger, cuyos recurrentes problemas físicos en la recta final han sido la gota que ha colmado el vaso. El uruguayo debía alternar los puestos de uno y dos para erigirse en un termómetro azulgrana, aunque no ha acabado de satisfacer las elevadas expectativas. La falta de química con Pedro Martínez ha quedado al descubierto con ausencias reiteradas en varios encuentros del play off y en su caso se añade otro factor de peso que puede empujarle lejos de la capital alavesa: un astronómico contrato que le coloca entre los mejor remunerados de la plantilla junto a Shengelia y Timma.
Si algún equipo asume su ficha, sus días estarán contados pese a que dispone de la tan valiosa etiqueta de jugador de formación. El Baskonia nunca va sobrado de efectivos en este sentido -Toko, Ilimane y Malmanis son quienes le permiten cumplir actualmente la reglamentación vigente en la Liga Endesa, al margen de Sedekerskis-, pero la descompensación entre el caché y el rendimiento del charrúa ha sido demasiado grande como para pensar que Granger recibirá un voto de confianza por parte de las altas esferas. Asuntos que, en cualquier caso, tendrán su recorrido y no se resolverán con facilidad.